8. Ryoma Hoshi

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Al recibir dicho mensaje, Shuichi se levantó de golpe del piso, ahora sentándose en él, mientras leía y releía el mensaje varias veces.

Simplemente quería estar seguro de que si lo leyó bien y que digiera lo que él pensó.

Definitivamente, sí.

El mensaje era de Rantaro y le indicaba que fuera al parque en una hora.

El peli-azul se quedó pensando un momento sobre ello, pues no estaba seguro de lo que tendría que decir; de hecho, estaba nervioso por tal; pero al mismo tiempo estaba un poco aliviado de ello.

Se levantó del suelo y miró a su alrededor, viendo el desastre que había hecho tratando de escribir una carta. Decidió escombrarlo después de hablar con el peli-verde.

Se dirigió a su armario y empezó a cambiarse en ropa para que saliera de su casa, pues ya había pasado tiempo que no salía de ella.

Lo único que estaba en su mente eran todos los escenarios malos que podían suceder durante esa platica.

Estaba tanto feliz como preocupado, pues al fin podrían hablar de nuevo, pero preocupado por sobre como reaccionaria a tal.

Al terminar de cambiarse, agarro su celular con sus audífonos y sus llaves y salió de su casa.

En vez de tomar el autobús –como siempre solía hacer- decidió ir caminando hasta el parque. En el camino se puso ambos de sus audífonos y empezó a escuchar un poco de música para poder relajarse, aunque las letras de las canciones digan lo contrario.
El parque al que habían ido aquella tarde estaba un poco –muy- lejos de su casa, e incluso estaba más lejos si alguien iba caminando a pie.

Después de tanto caminar –y de varios descansos-, el peli-azul había llegado a dicho parque. El sol ya se estaba ocultando y estaba dejando que el azul oscuro comenzara a ser presente en el cielo.

Reviso su celular otra vez para checar la hora. Eran las 6:45 pm, por lo que todavía faltaba tiempo para la hora determinada que le habían dado.

Este chico no se quitó los audífonos y comenzó a caminar un poco en el parque, pues el chico peli-verde no le había dicho un lugar en específico.

Su mente estaba concentrada en las palabras correctas que tenía que decir. Ni si quiera sabía la razón del por qué el contrario le había citado ahí.

Unos minutos después de caminar alrededor del parque, algo le llamo la atención.

Unos columpios.

Recordó como de pequeño solía balancearse mucho tiempo en esos juegos. Este era, de todos los juegos, su favorito. Solía pasársela en el columpio por horas y no se aburría de ello.

Miro a su alrededor para ver si había alguien cerca de él, el cual no había, y después de dudar un poco, se sentó en uno de los tres columpios que estaban ahí.

Puso ambas de sus manos en las cadenas que estaban sujetando el columpio y se movió levemente en él.

Normalmente si alguien viera a un adolescente –casi adulto- en un columpio, dirían que está demasiado grande para ese tipo de cosas. A veces el peli-azul se preguntaba el por qué las cosas simples se dividían en categorías.

Por ejemplo, los muñecos de peluche son solo para los niños, o la rebeldía solo dura en la adolescencia, o cosas como "el color rosa es solo para las mujeres" y estereotipos similares.

Pues la mayoría de la gente a su alrededor ya estaban acostumbrados a ese tipo de estereotipos que creían que eran normales y que no eran estereotipos.

Cien promesas [ ♥︎ ]  - SaimamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora