Epílogo

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Alex y Shawn volvían a casa, tomados de la mano, caminando juntos bajo la noche de Wicken. Ya querían irse al hotel, así que al apenas terminar la canción decidieron irse del baile para poder estar completamente solos ellos dos.

Desafortunadamente, como Alex siempre es muy Alex, olvidó la llave de la habitación del hotel en la habitación de su casa, ya que quería asegurarse de que todo estuviera bien, así que fue al hotel más temprano ese día para prepararlo todo.

—Tú ve por las llaves de tu auto, mientras yo voy por la llave de la habitación. —le dijo Alex a Shawn, al llegar a la casa de este ultimo.

—De acuerdo, boo. —le contestó Shawn, dándole un rápido beso en los labios.

—Podríamos terminar si me sigues llamando así, Shawn Price.

Shawn se rió y levantó los brazos en forma de que lo había entendido.

Mientras Alex se dirigía a su casa, Shawn caminó a la puerta de la suya y, antes de poder abrirla, su teléfono empezó a vibrar, puesto que uno de sus amigos le escribió.

DYLAN: Amigo, estoy en el after de la casa de Alexa, ¿Dónde estás? Esto se salió de control.

El mensaje venía acompañado de un video sin audio, en el que se veían a personas corriendo al patio de una casa, en donde más personas hacían un círculo alrededor de los que parecían dos chicos peleando, pero uno de tez blanca, pálido, vestido completamente de negro le estaba dando una paliza al otro chico que estaba tirado en el suelo con toda la cara cubierta de sangre.

Mientras Shawn veía aquel video, Alex intentaba entrar lo más silenciosamente a su casa para que nadie lo oyera pasar, ya que si sus padres lo veían no lo volverían a dejar salir por más que suplicase. Así que Alex abrió la puerta de la casa con sumo cuidado, asegurándose principalmente que sus padres no estuvieran ni en la sala o la cocina.

Con el perímetro libre, Alex prosiguió a subir por las escaleras, pero, al llegar al segundo piso, todas las luces del pasillo estaban apagadas y sabía que si las encendía sus padres no tardarían en salir de su habitación para ver quién las había encendido. Así que, a oscuras, comenzó a caminar hacía su habitación, rezando para no tropezarse con nada, pero... es Alex Stewart, y claro que, a menos de dos metros de llegar a su habitación, se tropezó con una pequeña mesita con fotos familiares, haciendo que una de estas cayera al suelo.

—Maldita sea. —se quejó por lo bajo, levantando rápidamente el cuadro y volviéndolo a poner, como pudo, de nuevo en su lugar.

Luego corrió hasta su habitación antes de que alguien se asomara al pasillo para ver de donde había provenido el ruido y, ya en esta, prosiguió a buscar la llave que por suerte recordaba en donde la había dejado, es decir, en su escritorio junto a su portátil.

Cuando salió de su habitación con la llave en la mano estuvo a punto de volver a caminar en la oscuridad, pero fue entonces que se dio cuenta de lo idiota que había sido por no iluminar el camino con la linterna de su teléfono antes. Quiso darse un golpe en la cara por aquello. Pero lo había logrado, nadie se enteró que entró a la casa y ahora se dirigía de nuevo con Shawn.

Este se encontraba de espaldas a la calle, observando su casa.

—Volví —dijo Alex en un tonito alegre—. Tuve que hacer como Tom Cruise en Misión Imposible pero lo logré, y tengo la llave.

Shawn se sobresaltó un poco al escuchar su voz, se pasó ambas manos por los ojos y se dio vuelta lentamente.

—¿Nos vamos ya? —le preguntó Alex, guiñándole un ojo pícaramente.

—No. —fue lo que respondió Shawn con expresión seria.

—Sí, muy gracioso. ¿Tienes las llaves del auto?

Alex se dirigió al garaje de la casa, pero se detuvo en seco cuando Shawn dijo:

—No entiendes, yo no iré contigo. —su voz sonaba gélida, como si no sintiera nada al pronunciar cada palabra.

Alex se dio vuelta y lo miró con los ojos entornados.

—No me causa nada de gracia, Shawn, en serio.

Entonces Alex se acercó a él e intentó sujetarlo del brazo, pero Shawn lo apartó con rapidez.

—Vete a casa, Alex, por favor.

—¿Qué? Shawn, no es gracioso, ¿okey?

—Solo vete a casa, Alex. Y no intentes llamarme, nunca. No me contactes, no me busques, no me hables. Esto se terminó.

Sus palabras crudas, inesperadas y tan frías impactaron a Alex. No entendía absolutamente nada de lo que pasaba, ¿Qué estaba diciendo Shawn?

—Si es una broma no la sigas, ¿está bien? Porque ya te dije que no me parece nada graciosa, Shawn.

—Lo que te estoy diciendo es en serio. Vete ya.

Shawn dio unos cuantos pasos hacia la puerta de la casa, pero Alex lo tomó del brazo antes de que diera alguno más.

—Explícame lo que pasa, ¿sí? No entiendo esa actitud, ni por qué me dices esto ahora, y si no es una broma...

—Vete de aquí.

Shawn se zafó del agarre y siguió su camino, pero Alex lo volvió a detener.

—¿Puedes explicarme que es lo que te pasa? Porque hace una hora estábamos bailando juntos una canción que te recordaba a nosotros, y hace unos minutos me dabas un beso en la boca, así que eso de que se terminó ¿a que viene?

Shawn cerró los ojos fuertemente, exhaló aire y se giró hacia Alex.

—Viene a que no puedo estar contigo, a que lo nuestro fue... fue un...

—¿Error? ¿Lo nuestro fue un error, Shawn?

Shawn apartó la mirada de Alex y la centró en algún punto a la izquierda, luego contrajo la mandíbula y se volvió a Alex.

—Un error del cual me di cuenta antes de cagarla más. Porque me di cuenta que esto no soy yo. No me gustas.

Alex sintió como le propinaban golpes por todo el cuerpo, no creía lo que estaba escuchando.

—¿Ah, no? ¿Entonces por qué me buscabas todos los días cuando pasaba de ti? ¿Por qué me pediste que fuera tu novio? ¿Por qué te gustó estar conmigo aquella noche en mi habitación? ¿Por qué mentiste para que entrara a tu casa y te desvistiera? ¿Por qué me dijiste que me amabas? —la voz de Alex sonaba dolida, rasgada y temblorosa aunque se esforzara para no sonar así.

—Porque... —Shawn miró el cielo y luego, sin mirarle los ojos a Alex, dijo—: porque nada es verdad. Solo quería divertirme un rato. No te quiero, no me gustas, y en definitiva no te amo. Así lárgate de una vez, y no vuelvas a mi vida nunca.

Los ojos de Alex estaban rojos y llorosos, pero él retenía las lágrimas, no quería llorar.

—No te creo nada de lo que me dices. —sonó firme, pero sentía un nudo en la garganta que no le permitió decir más.

—Ese es tu problema.

Shawn caminó a la puerta de la casa y, cuando estuvo a punto de entrar...

—Te odio. —soltó Alex, esperando a que esas palabras fuesen ciertas.

El chico de los zapatos azules no respondió, tampoco se giró, y simplemente terminó de entrar a la casa. Mientras, por el otro lado, confundido, destrozado, llorando desconsolado y con el corazón partido se encontraba el chico de la bicicleta roja.

El Chico De Los Zapatos Azules [COMPLETA☑️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora