A Alex le gusta Shawn, pero, como buen chico gay adolescente, claro que su primer amor es heterosexual. Sin embargo, sus caminos se unirán gracias a un tonto accidente en bici y, a partir de ahí, Alex se dará cuenta que no todo es lo que parece, que...
Las acciones de este capítulo se sitúan exactamente luego del final del capítulo 39. Este capítulo no afecta en lo absoluto a la trama de la historia ya que simplemente no ocurre nada relevante que la altere.
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ALEX
Se supone que los finales felices no existen, que solo son una táctica de Disney para que sigamos soñando y vayamos una y otra vez a ver todas sus películas, porque ver a esas princesas encontrar a su príncipe azul nos da esperanza en encontrar el nuestro y en vivir ese « felices para siempre».
En lo personal, no creo que felices para siempre sea correcto, ya que nadie es completamente feliz, debido a que el ser humano siempre está inconforme con lo que tiene y seguidamente quiere más aunque lo tenga ya todo, sin embargo... aquella noche, al ver a ese chico con zapatos azules frente a mi casa, sonriendo emocionado porque iba salir conmigo, fue... mágico, irreal, un sueño hecho realidad. Me sentía feliz y, creo que por primera vez en mi vida, completamente. No había nada ni nadie que me pudiera hacer sentir más aquella noche.
—Hola. —me dijo Shawn con una sonrisa espectacular, parado frente a la puerta, moviéndose un tanto nervioso de un lado al otro.
Con la respiración nerviosa y el corazón latiendo a mil kilómetros por hora, tuve que noquear mis emociones por un segundo para no gritar de la felicidad frente a él.
—Hola. —dije, calmado, aunque un poco alto y a la vez torpe.
Le sonreí, él en ningún momento dejó de hacerlo y... luego no dijimos más, porque con solo ver nuestras sonrisas es como si nos dijéramos todo. Sentí su felicidad, sus nervios, su emoción y angustia. Miraba mis ojos y luego mi sonrisa, quería besarlo y pasar así toda la noche, con mi boca pegada a la suya, con sus brazos alrededor de mí, con sus dedos tocándome y su corazón latiendo junto al mío.
Pero claro que eso no pasó, ni siquiera pudimos seguir mirándonos sin decir nada, porque en ese momento apareció Meghan, y claro que no se quedó callada.
—Hola, Shawn, ¿cómo estas? —ni siquiera dejó que él le respondiera cuando ya le estaba advirtiendo—: quiero que me traigas al chico antes de las doce, me lo tratas bien y ni se te ocurra, en ningún momento ni por error, ponerle un dedo encima sin su consentimiento, porque te aseguro que no te gustará lo que te pasará. Además, no quiero que me lo lleves a un lugar de esos baratos, sino a algún lugar con clase y...
Tuve que intervenir en ese momento.
—Meghan, cállate, por favor, no me estás ayudando en nada, cariño. Calladita te ves más bonita.
Miré a Shawn y él solo sonreía divertido.
Entonces escuché que mi madre se acercaba y... sabemos como hubiera terminado aquello si no me fuera a tiempo.