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Natalia de cinco años bajó por la escalera tan rápido como sus piernitas lo permitían buscando a sus padres.
Le costó encontrarlos pero finalmente los halló en el porche y, al parecer estaban enfrascados en una discusión.
— ¿Papi? — Natalia se acercó con nerviosismo a la pareja.
No quería recibir una reprimenda por parte de Natasha.
— ¿Que sucede, princesa? — suspiró Steve suspiró cansino ante la discusión que nuevamente estaba teniendo con su ahora esposa Natasha.
— Tengo hambre.. — dijo con timidez la pelirroja menor.
— Ya comiste. — habla Natasha sin dejar de ver con seriedad al rubio.
— Pero, pero la cena era un poquito de carne con judías verdes, no me gustan las judías verdes. — hizo un puchero la menor.
Steve alzó la ceja en dirección a su cónyuge. Ese día Steve tenía que presentarse al complejo así que Natasha se había quedado con James y con Natalia en su casa.
Y no era un secreto para nadie que a la menor no le gustaban para nada las judías verdes. Al contrario de su mellizo que eran sus verduras favoritas.
Natasha se refregó el rostro y exhaló.
— La llevaré a su cama. — se limitó a decir la rojiza.
Natasha se acercó a Natalia y la tomó suavemente del antebrazo para llevarla a su habitación. Las palabras y cosas que su esposo y ella antes se habían gritado le dejó un sabor amargo en la boca.
— Mamá.. — pronunció Natalia una vez que estaba acostada. Jugueteó con sus deditos — ¿Puedes contarme un cuento? De esos que le cuentas a James.
