𝙍𝙚𝙨𝙪𝙢𝙚𝙣: Natasha y Katy se conocen desde hace un año, y, formalmente llevan ocho meses de noviazgo. Noviazgo que ocultan al mundo por una simple razón: diferencia ENORME de edad.
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Los pies de Katy se arrastraron por el asfalto al estar cada vez más cerca de su destino.
Su día era un asco. Empezó siendo un asco y daba por seguro que terminaría siendo del asco.
Todo empezó por un maldito reloj que no sonó, haciendo que perdiera el metro, provocando que llegara tarde a la secundaria.
Y para rematar: hoy había excursión al Museo de Washington y como llegó tarde el autobús se fue sin ella.
Ahora se encontraba caminando por las calles de Nueva York a dirección a la famosa torre de los Vengadores para ver a su novia. Necesitaba un abrazo y palabras de aliento.
Cosa que su querida madre adicta no podía.
No odiaba a su madre a pesar de que sea una adicta a sustancias y al polvo, antes de eso era una súper modelo pero su vida se arruinó cuando salió embarazada de ella.
Su padre huyó pero ella no. Pudo abandonarla a su suerte pero no lo hizo.
No podía simplemente odiarla por no ser la mejor madre.
— ¿Puedo ayudarla? — la chica de recepción le preguntó amablemente.
— ¿Podria decirle a la señorita Romanoff que necesito hablar con ella? — jugueteó con sus dedos.
La de recepción hizo una mueca vacilante pero asintió lentamente.
— ¿De parte de quien?
— Winnie. — dijo sin dudar Katy su segundo nombre que solo la pelirroja sabía.
La mujer alzó la ceja pero no dijo nada más. Simplemente hizo lo que Katy le pidió y llamó a la espía.
En otro lugar del complejo dicha pelirroja se encontraba dándole un bocado a su almuerzo mientras evitaba reír ante las payasadas de Sam y Clint.
— El agua fría es de la izquierda y la de la derecha la Caliente. — le volvió a repetir Sam mientras soltaba un suspiro.
Steve lo miró fijamente asintiendo a sus palabras mientras daba un bocado de sus macarrones con queso.
