Autoestima.

2 1 0
                                    

Tal cómo su amiga le había dicho, no abriría aquella bolsa hasta llegar a su casa y estar totalmente solo, sacando de ésta algo envuelto en un papel a cuadros de tono azulado, acompañado de una pequeña nota la cuál decía

"Espero se diviertan y que a él le guste mucho la sorpresa. Luego me cuentas que ocurrió y quiero los detalles. ;)."

Estaría realmente confundido, pero con sumo cuidado iría rompiendo el envoltorio desde un pliegue, sacando así de su interior un traje de enfermera, cosa que lo haría fruncir levemente el ceño desde el primer vistazo al creer que sería una broma de mal gusto. Sin embargo, al pensarlo bien quizás y no lo era, puesto que conociendo a su pareja probablemente lo haría realmente feliz verlo con aquel atuendo.

Lidiando con las instrucciones acabaría por ponérselo; llevando incluso las medias, cosas que le resultaban realmente incómodas pero que acabaría usando tal y cómo solicitaba la imagen de muestra.
Totalmente nervioso caminaría hasta hallarse frente a un gran espejo, donde observaría con atención cada centímetro de su cuerpo, viendo que no se veía ni en lo más mínimo similar a cómo debería...su rostro, piernas, estómago...nada le parecía ni en lo más mínimo atractivo.

Suspiraría y llevaría ambas manos a sujetar su estómago con fuerza, generando una presión que le dolía pero simplemente ignoraría, comenzando a comentar palabras y frases hirientes a sí mismo, llegando incluso a recordar comentarios de otras personas y repitiéndolos una y otra vez, asegurando en su mente que tenían la razón. Realmente se sentía asqueroso.
Creía haber superado eso pero cómo siempre ocurría volvió a caer profundo, llegando a desesperarlo y llevándolo a arañar un par de veces sus piernas y mejillas, llorando a mares ante aquella sensación que lo invadía.

De un tirón quitaría la manta de la cama, cubriéndose con ésta y caminando con el cuerpo totalmente tembloroso hasta la sala, dónde estaba aquel a quien iría dirigida aquella "sorpresa". Con una voz totalmente rota y unos ojos rojos de tanto llorar lo tomaría con cuidado desde los brazos, cuestionando

— Cariño, ¿soy horrible, verdad?

Podría observar cómo el contrario quedaba "petrificado" por unos segundos, antes de responder a su pregunta con un movimiento de negación y comenzar a llenar su rostro de besos, repitiéndole las veces que sean necesarias hasta convencerlo del hecho de que realmente le gustaba su apariencia.
Sin saber muy bien cómo reaccionar a aquello simplemente dejaría caer la manta al suelo, acurrucándose en él, susurrando en su pecho un agradecimiento por ser cómo es...realmente no sabía que había hecho para merecerlo, pero lucharía por mantenerlo a su lado.

Jayden. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora