Ethan.

5 0 0
                                    

Habrían transcurrido alrededor de dos semanas desde que su amigo había confesado sus sentimientos por él, y realmente no dejaba de pensar en aquello cada vez que tenía un momento libre; incluyendo algunas veces los minutos antes de cerrar sus ojos para dormir.
No notaría cuándo fue que cayó totalmente cernido en aquel sueño, pero sin duda era extraño y por alguna razón podía sentir que no era algo bueno.

Parecía ser un día más en su oficina hasta que aquel silencio dónde sólo se oía el teclado sería interrumpido por el tono de su móvil, recibiendo un mensaje de aquel en quien no dejaba de pensar, solicitándole una reunión en el almacén de las oficinas. Tras leerlo y con bastante duda respondería un simple y sencillo pulgar hacía arriba...realmente una terrible decisión de su parte.

Al llegar el horario pactado acomodaría sus cosas y saldría de turno, siendo la única persona en varios pisos, cosa que hacía erizar su piel al poder escuchar con claridad cada paso resonar en las paredes. Descendiendo por las escaleras llegaría al almacén, sintiendo un aura totalmente extraño proveniente de su interior, pero ingresando de igual manera.
Allí, de espaldas a la puerta se hallaba Ethan, observando con atención por una pequeña ventana que llevaba a un callejón, desde la cuál se oía con claridad el sonido de las gotas de la lluvia chocar contra el pavimento.
Con cuidado de no chocar contra las cajas del suelo caminaría hasta poner una mano en su hombro, saludándolo con una sonrisa...sin embargo, éste no haría nada, simplemente lo miraría unos segundos en silencio antes de hablar con un tono que jamás había oído, uno que realmente lo asustaba.

Para responder a él sí tienes tiempo, ¿verdad?, un simple y asqueroso pulgar y ya.

Sin comprender correctamente a lo que se refería lo miraría esperando una continuación de su parte, sintiendo en cuestión de segundos cómo era empujado contra una de las estanterías allí situadas, quejándose ante el fuerte dolor en su espalda al impactar directamente contra uno de los soportes. Cómo si no fuera suficiente Ethan lo miraría totalmente furioso unos segundos, para posteriormente romper un trozo de su camisa y morder con fuerza su cuello, generando una serie de golpes, gritos y lágrimas provenientes del pelirrojo.

¡No, Ethan!, ¡por favor, detente!...ya te he dicho que incluso vivo con esa persona, realmente detente por favor.

Esto sólo lo haría molestar más, haciendo que incluso deje marcas por todo su cuello y pecho, sujetando con fuerza sus muñecas sobre su cabeza, evitando así que continúe intentando arañar su rostro. Su amigo en ese momento parecía un depredador observando con atención a su presa, cosa que realmente lo estaba desesperando para huir de allí.

Le dejaré en claro que tienes a otro, que no te merece...¿por qué no me miras a mí?, he hecho de todo y jamás he logrado nada, pero llega él y en meses te tiene a sus pies...realmente me molesta.

Ante las últimas palabras podría asegurar que lo había oído comenzar a llorar, sólo que no le permitía ver su rostro mientras comenzaba a marcarlo cerca de su nuca. Sus gritos y llanto aumentarían su volumen, pero serían cubiertos por el sonido de la lluvia, la cuál para empeorar todo caía cada vez con más fuerza, evitando así que sus súplicas puedan ser escuchadas desde algún sitio.

— ¡Ethan, mierda, detente o no volveré a dirigirte la palabra en la puta vida!

Tras aquel grito el contrario se detendría en seco, bajando la mirada y comenzando a disculparse, cómo si eso fuera a reparar el daño que acababa de hacer...sin embargo, realmente lo apreciaba cómo para alejarse a pesar de eso, por lo que simplemente trataría de olvidarlo.

No le diré a nadie sobre esto, pero más te vale que no se repita jamás.

Diría con un tono sumamente herido, acomodando sus prendas y arrastrando sus pies hasta la salida de aquel edificio, dejando a su amigo totalmente solo en aquella sala, repasando sobre sus acciones.
Aún bajo la lluvia, caminaría hasta su departamento, dónde ignorando todo a su alrededor tomaría el ascensor e ingresaría a su hogar, observando al causante de aquel desastre parado frente a él, mirándolo con atención y preocupación. Al observar las marcas en su cuello recibiría una lluvia de preguntas, las cuáles ignoraría y continuaría su camino hasta la habitación, dejándose caer en su cama.

No tardaría mucho en despertar cubierto en lágrimas, corriendo con desesperación al baño a limpiar su rostro y cuello varias veces, por más que haya sido un sueño se sentía realmente sucio...y totalmente nervioso al creer que su amigo sería realmente capaz de cometer un acto tan asqueroso.

Jayden. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora