Jayden.

Violencia.

La noche habría sido un infierno otra vez...los gritos, sonidos y golpes no cesarían hasta la llegada de la madrugada; claro que sabía el escenario que vería al sentarse nuevamente en aquel comedor.
Fingiendo que se encontraba perfectamente bien y que nada de lo anterior había sido escuchado por él caminaría con algo de lentitud por aquel pasillo, observando con náuseas los fragmentos de platos esparcidos por todo el suelo, de los cuales algunos se encontraban cubiertos de pequeñas gotas de sangre.

Una vez en la mesa se hallaban cada uno en sus sitios de siempre, pero esta vez la característica era el ambiente pesado, cubierto de un aire totalmente desagradable entre los tres.
Con temor, tomaría el plato de comida más cercano a su padre, sintiendo la mirada de esté sobre él. Luego, observaría de reojo a su madre, la cuál miraría a ambos con una sonrisa totalmente frágil y falsa...realmente comenzaba a cuestionarse si algún día dejaría de vivir esa situación.

Disimuladamente movería un poco su silla para estar más cerca de ella, susurrando en su oído una pregunta de la cuál sabía la respuesta, pero prefería realizarla igual. La vería tragar en seco y dirigir su mirada al hombre que tenía en frente, respondiendo con un tono temeroso que simplemente estaba probando un nuevo peinado.
Tras escuchar a su padre carraspear volvería a acomodar su asiento y continuar comiendo en silencio; claramente era mentira aquella respuesta, ¿un nuevo peinado que va acompañado de marcas por todo su cuerpo y sangre por toda la casa?, sonaba totalmente absurdo.

Realmente esperaba algún día ver una sonrisa verdadera en su madre, o escuchar a su padre dirigirse a ellos con cariño y no el desprecio cotidiano, pero claramente aquello sería un deseo eterno el cuál jamás se podrá cumplir.