"Cariño, te extrañé".

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Habrían transcurrido poco más de dos meses desde la última vez que había hecho algo con su pareja, y allí estaba, en la puerta de su departamento debatiendo consigo mismo por los pensamientos que había tenido por un par de días. Se había marchado por un breve tiempo debido a un viaje de trabajo pero su mente estaba completamente en otros asuntos de vez en cuándo, realmente lo extrañaba y comenzaba a sentirse confuso ante ciertos "deseos" bastantes sucios que se le habían ocurrido.

Dejaría sus maletas en la sala y caminaría lentamente hasta la habitación; cada paso se sentía tan pesado cómo si el tiempo se hubiese detenido. Iba completamente distraído, dudando sobre si era lo correcto dejarse llevar o saludar cómo una persona normal haría. La casa a simple vista se veía desastrosa, completamente sucia y con ciertos elementos rotos, pero pasaría de estos, serían algo en lo que centrarse luego.

Al ingresar en aquella habitación una enorme sonrisa se plasmaría en su rostro. Allí estaba la razón la cuál no veía la hora de regresar a casa, durmiendo plácidamente.
Tragaría en seco y acabaría por tomar una decisión, dejarse llevar por sus deseos.
Tratando de hacer el menor ruido posible iría quitándose algunas prendas con la cuáles ya se sentía incómodo, acabando por acercarse a éste utilizando no más que su camisa y ropa interior. Sentándose encima suyo comenzaría a besarlo, descendiendo hasta sus caderas, viendo maravillado su cuerpo un par de veces. Sin pensarlo, iría bajando con cuidado sus prendas, introduciendo el miembro de éste en su boca, tratando de recordar lo "aprendido" anteriormente; realmente por alguna razón había anhelado tanto aquello que incluso al verlo despertar continuó con ello, llevándolo hasta "el final"...ahora él también estaba duro, y no dejaría eso allí, por lo que volvería a subirse y comenzaría a frotarse, acercándose a su oído para que pueda escuchar con claridad cualquier sonido que emita.

No intercambiarían palabra alguna hasta ese momento; la gota que haría a ambos ponerse cuál animales en celo. Sin remordimiento alguno mordería su oreja y susurraría con un tono sumamente erotico:

— Cariño, no sabes cuánto te extrañe...¿qué te parece si comenzamos el día conmigo gimiendo tu nombre?

Sin recibir respuesta del albino más que algo similar a un gruñido, bajaría sus boxers y voltearía con sus caderas alzadas, permitiendo a éste ver absolutamente todo. Con algo de temor llevaría una mano hasta allí, introduciendo con delicadeza un par de dedos, mostrándole un completo espectáculo entre la imagen y el sonido.

Cómo era de esperarse cumpliría con su "objetivo", por lo que no tardaría mucho en estar abrazando su espalda con sus piernas, gimiendo una y otra vez su nombre, suplicando porque no se detenga. Llegaría a sentirse tan, pero tan bien que acabaría diciendo cosas que jamás creería, confesando que buscaba sentirse lleno de su "esencia" o repetir una y otra vez que creía que terminaría siendo adicto a él.
No serían una, ni dos, sino varias rondas, acabando postrado sobre la cama, jadeando a no dar más y lleno al punto de "rebalsar" lo del otro. Ese día, dormiría cómo jamás lo hizo en toda la vida, ajeno al cansancio la razón era que se encontraba sumamente feliz de estar a su lado, de estar acompañado de aquel que hacía latir su corazón con locura de sólo verlo.

Sin embargo, aquella felicidad no duraría por siempre, siendo así que al día siguiente tras recuperar sus energías tendría que resistir todo su impulso de envolver el cuello de su pareja con sus manos, o de usarlo de usarlo de asiento por un día entero, las cosas que ayer había pasado por encima hoy serían extremadamente notorias, siendo así que no sabía por cuál enfadarse más. Si bien el sofá podía tener arreglo, se sentía estresado de ver el televisor atravesado por una percha...y ni hablar de que le dolía ver que el microondas ya no servía (eso era cómo su amor "eléctrico"), acabando por no dirigirle palabra alguna el resto del día en lo que sufría viendo los precios de las cosas que debía reemplazar.
Una vez todo listo y casi llorando por su cuenta bancaria no soportaría más ver el rostro de lastima con el que lo había observado todo el día, acabando por "comerle la boca a besos", y mostrando nuevamente su faceta erotica, proponiéndole de manera directa ir a tener sexo en la ducha, cosa que claramente sería aceptada sin un segundo de duda por el contrario.

Jayden. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora