Bondage

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Alerta:
Este capítulo contendra BDSM, sino es de tu agrado, te invito a retirarte, porque a tu humilde autorx sí. Le encanta.

— Aprietalas más. — pide al sentir que sus manos con un poco de libertad.

—¿Así están bien, cariño? — pregunta al sujetar con mayor fuerza, este asiente y antes de alejarse deja un beso en la espalda.

La espalda es adornada con cuerdas rojas, que en un entrenado amarre, sujeta el cuerpo de piel porcelana. Las manos están sujetadas y pegadas al inicio de los muslos por la parte externa del cuerpo, que al igual, las piernas cuentan con un amarre que puede considerarse artístico ante tanto cuidado y precisión.

— ¿Podemos iniciar? — cuestiona con voz aterciopelada, justo al lado de la oreja donde acomoda un par de mechones detrás de esta.

— Sí, empecemos. Estás a cargo. — inmediatamente dice esto, siente unos labios atacar su cuello, devorando la piel lentamente. Siente su piel erizarse bajo las manos que con maestría bajan por sus brazos dando apretones a las cuerdas, y por ende, a su piel.

Toma todo su paciencia para entre cortos besos, bajar a los hombros y para aumentar la tensión, besa mojadamente la mejilla pálida pasando su lengua por la piel del rostro ajeno. Cuando escucha jadear a su pareja es que se aleja, viste una camisa holgada y suave que acaricia su cuerpo, debajo porta una sorpresa para quien ahora esta atado e indefenso en la cama.

Mira el escritorio, pasando sus manos por los objetos tan cuidadosamente seleccionados, disfruta de las diferentes texturas a su disposición. Latigos, mordazas, pinzas... al final se decide por un latigo que además tiene un par de plumas en la punta, sonríe y lo toma para después volver la vista al cuerpo envuelto por cuerdas. Luce horriblemente sexy, el contraste y músculos marcárdose le da un toque atractivo y sumiso, siente tu entrepierna apretarse deliciosamente bajo la lencería, así que termina por cortar la distancia.

Pasa el latigo por en medio de la espalda, haciendo que las plumas rocen. Juguetea con esto por buen rato, lo sube al cuello, pasea por los brazos que se contraen cada tanto. Al mismo tiempo besa el cuerpo, deteniéndose en puntos que sabe, disfruta el hombre que tanto adora.

Como en ese momento, donde al chupar el dorso de uno de sus pies escucha como jadea, intentando controlar su respiración para aguantar, sabe que seguramente bajo su vientre debe tener una erección rogando por atención y que bese de esa forma sus pies sensibles, no es de gran ayuda.

— ¿Te gusta? — dice antes de besar el talón fresco, acaban de tomar una ducha juntos y ambos están ansiosos.

— Sí... sigue. — dice suspirando, extasiado por las sensaciones tan variantes. El estar amarrado lo pone en un estado de alerta, pues su cuerpo se siente aprisionado, más sabe que es de forma erotica.

Aún así, esto le hace sentir al máximo cada caricia, beso o cosquilleo. Las plumas más alla de causarle risas, le hace ponerse duro cuando su pareja las pasea con lentitud. La lengua de su amado es tersa y calentita, deja un recorrido frío cuando se aleja para dar placer en otra zona, claro que le gusta.

Hace tiempo dejo de tener tabú con ciertas partes de su cuerpo, una de esas son los pies. Aprendió junto a su amante que esta zona es válida y una más, es como sus manos. Y no tiene porqué cohíbirse al estar tocando algo con ellos, además que para aquel juego son bastantes sensibles. Todos los estímulos hacen que sienta ese cosquilleo en el cerebro que te causan placer, nublando tu vista y orillandote a gemir, y lo hace.

Pues no espera aquel golpe que el látigo suelta en uno de sus muslos.

— No te dí permiso para hablar, Aslan. —

𝐀𝐬𝐡𝐄𝐢𝐣𝐢 - N̶o̶t̶ ~𝙹𝚄𝚂𝚃 𝚂𝙴𝚇~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora