❝𝖲𝖾𝗎𝗇𝗀𝗆𝗂𝗇 𝖺𝗆𝖺 𝗅𝗈𝗌 𝗁𝗈𝗈𝖽𝗂𝖾𝗌. 𝖢𝗁𝗋𝗂𝗌𝗍𝗈𝗉𝗁𝖾𝗋 𝖺𝗆𝖺 𝖺 𝖲𝖾𝗎𝗇𝗀𝗆𝗂𝗇❞
❀ Adaptación autorizada. Gracias a @WH0ISBRIAN por permitirme la adaptación de esta preciosa historia ♡︎
❀ ChanMin / ChanSeung
❀ Mención del ChangLix
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La primera vez que Christopher vio a Seungmin un simple Wow cruzó por su mente.
Nunca había visto a un niño más adorable en toda su corta vida de seis años. Sus mejillas regordetas y rosadas salpicadas de infinitas pecas hacían que se viera menor de lo que era, pero en ese momento tenían la misma edad. Sus ojos brillaban de una manera hermosa que deslumbraba toda su inocencia.
Era un niño encantador, como dijo su mamá, quien era amiga de la madre de Seungmin desde antes de que ambos pequeños nacieran.
Asombrosamente su nuevo vecino venía de otro lugar con nombre extraño. De todas formas, ¿sería como tener un hermanito?
—¿Quieres ir a jugar?
Seungmin le sonrió y el mayor supo que ese sería el inicio de una hermosa amistad.
Por supuesto que fue difícil para los dos, el australiano aún no hablaba tan bien el coreano y su comunicación se basaba en gestos y señas. Así que la compañía y ayuda de Christopher se volvió crucial para él. Vivían uno al lado del otro, pero era como si ambos vivieran juntos en la casa de Seungmin.
La madre de Chan los dejaba en la guardería y los recogía de esta antes de irse a su trabajo, ya que la mamá de Kim tenía turno de mañana. Luego se turnaban con la madre del menor quien los cuidaba toda la tarde y hasta entrada la noche. Ambos niños jugaban y, prácticamente, estaban juntos todo el día. Esta rutina, que se extendió por los siguientes siete años, los hizo demasiado cercanos.
Sabían los gustos del otro, se entendían y conocían tan bien que pareciese que siempre habían estado juntos. A pesar de lo distinto de sus personalidades, ambos se llevaban más que bien.
Christopher siempre estaba alrededor del menor por el simple hecho de que su amigo era muy débil y pequeño. Debía protegerlo. Y Seungmin no tenía a nadie más en ese nuevo lugar, pero tampoco necesitaba a nadie más. Si tenía al mayor, sabía que estaba seguro.
Cuando entraron a la escuela elemental, sucedía exactamente igual, Chan siempre estaba junto a Seungmin. Solo que esta vez parecían burlarse de su amigo australiano, sí, aún no hablaba bien el idioma, pero Christopher no creía que ese era un motivo para burlarse.
—No tienes que llorar —decía aquel niño de ocho años ya, mientras limpiaba las lágrimas que corrían por las mejillas de Seungmin—. Tú sabes que yo estoy contigo. Siempre voy a estar contigo.
—¿Siempre?
—Sí, seremos amigos toda la vida.
Por supuesto era inocencia en su más pura expresión. Ambos estaban demasiado cómodos estando juntos, por lo que nunca necesitaron más amistades. Bueno, eso era lo que pensaba Chris, porque a medida que crecían, Kim iba haciendo más amigos. Se adaptaba a un ritmo lento, pero poco a poco iba concibiendo personas que lo aceptaban como era y les agradaba la diferencia cultural.
El menor era ese tipo de personas que siempre llamaban la atención, aún si no quería. La gente lo veía, hablaba de él, cosas buenas y malas, pero para todo Christopher estaba ahí.
Cuando comenzó a interesarse por la danza, el mayor lo acompañó especialmente a inscribirse al club de danza de la escuela. Cuando quiso aprender a nadar, Chan se inscribió junto a él en las clases de natación de verano, supervisadas por la mamá de Seungmin. Cada vez que Seungmin quería hacer algo, el mayor estaba con él. Claro que Christopher pensaba que lo hacía por él, para que no estuviera solo, para cuidarlo. Estaba equivocado.
Años felices y llenos de risas. Todo era y fue perfecto, hasta aquel día. ¿Cómo le diría a Seungmin que ya no tendría mamá?
El mayor estaba sentado en su cama, pensando en cómo podía solucionar todo eso, pero no podía, no podía hacer nada. Mientras su madre y Seungmin buscaban algo de ropa del menor en su casa, él debía pensar en algo. Podía simplemente mantener la mentira de que la señora Kim murió en un asalto o podía contarle la verdad a Kim.
No, no sabía qué hacer. No quería herirlo, pero la culpa le dolía. Así que prefirió callar y sufrir a su manera. No podía hacerle más daño a su mejor amigo. Debía transformarse en su fuerza.
—Seungmin, mi mamá compró un pastel de cumpleaños para ti. ¿No bajaras a comerlo?
—No puedo... Quiero a mi mamá, hyung.
Chris lo abrazó, únicamente quería reconfortarlo, quería que sonriera—. Sé que no es lo mismo, pero ahora nosotros somos tu familia.
Pero el mayor sintió una punzada en el corazón cuando dijo eso. A decir verdad, ya llevaba sintiendo eso desde hace unos días, pero no lo entendía. Seungmin era su amigo, no podía estar sintiendo nada más. No se lo permitía, no podía pensar en él de esa forma, después de todo, le había quitado al menor algo que no podía devolverle.
Pero siguió sintiéndolo, meses después, seguía sintiendo eso en su pecho. Hasta que se dio cuenta de sus sentimientos.
Y el mundo se le vino abajo. Nunca había planeado eso, y no creía que estaba bien. ¿Cómo podía hacerle algo así a su mejor amigo, quien había confiado plenamente en él?
Que le gustara su mejor amigo estaba completamente mal para él, pero no podía evitarlo, no podía evitar traicionar su amistad cada vez que lo veía.
Si Seungmin se enteraba de sus sentimientos, ¿ya no sería nada igual, verdad? Christopher no quería eso. Quería seguir escuchando la risa del australiano, quería seguir siendo la persona en la que confiaba, quien lo reconfortaba, quien estaba ahí para él. Quería que todo siguiera como siempre porque no sabía qué podría pasar de lo contrario.
De cierta manera, Chris intentó proteger esa amistad por los siguientes cuatro años, aunque le doliera, aunque lo asfixiara. Quería conservar esa amistad para ver a Seungmin sonreír, para tenerlo junto a él.
Y Seungmin, Seungmin quería lo mismo. Ver al mayor alegre, quería animarlo. No se podía imaginar una vida sin él.
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