𝚁𝙾𝙹𝙾 𝙿𝙾𝚁 𝚃𝚄𝚂 𝙼𝙴𝙹𝙸𝙻𝙻𝙰𝚂.

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—Ya regresé, toma hyung

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—Ya regresé, toma hyung.

Christopher volteó y se encontró con él, extendiendo le un plato el cual tomó con cuidado. Seungmin se sentó a su lado, dejando caer sus piernas por el borde de la plataforma que daba a su patio.

Era un día algo caluroso y se habían juntado en la casa del menor para comer una sandía que había comprado Seung. No había motivo especial, solo eran amigos juntándose para comer, después de todo, vivían uno al lado del otro y no había impedimento en que Chris estuviera en la casa de Seungmin o viceversa.

A Christopher no le gustaba mucho la sandía, pero disfrutaba ver a su vecino mientras degustaba la jugosa carne de esa fruta. Era un verdadero espectáculo ver las mejillas del menor manchadas de rojo, rojo por la sandía obviamente.

—Hyung, no has comido nada —habló Seungmin después de que ya terminara de comer su rebanada, meciendo sus pies por el borde del suelo—. No has dejado de mirarme. Sé que tengo toda la cara manchada, pero no importa.

El sol brillaba intensamente y calentaba sus pies descalzos. Era solo un fin de semana con mucho calor, pero Christopher lo sentía más. Esa era la primera vez que el menor lo sorprendía en su labor de admirarlo. O tal vez no la primera, pero la primera vez que se lo decía.

Sentía que su cara explotaría y debía disimularlo.

—No tengo hambre... Ya comí en casa.

El menor asintió y suspiró dejando su plato al costado. Quería decir algo y eso Chris lo sabía. Tenía miedo de lo que quisiera decir, en sus paranoias creía que Seungmin ya había descubierto sus sentimientos, creía que era demasiado obvio. Y lo era, quien sea que viera a Christopher a kilómetros a la redonda notaría que solo tenía ojos para Seungmin.

—Chris hyung...

Lo escuchó susurrar y volteó a verlo. Pésima idea porque se encontró de frente con su hermoso rostro. En sus mejillas aún se podía ver un poco de rastros del aperitivo. El mayor solo quería besar esas mejillas y de paso las hermosas pecas que asomaban de vez en cuando.

—Christopher hyung, ¿por qué sigues ocultándomelo? —el mencionado tragó como pudo, su garganta se había secado de repente. Esperaba que Seungmin lo dijera en cualquier momento, ya lo había descubierto, pero no lo admitiría tan fácil —. Te he visto mirar a Somi mucho últimamente, deberías decirme que te gusta. Somos amigos, ¿no?

Esa vez quiso golpearlo tan fuerte para ver si así se le aclaraba la vista y veía lo mucho que estaba enamorado de él. Tosió incómodo y jaló a Seungmin, para que recostara su cabeza en sus piernas. Gran método para que no notara el sonrojo que crecía en sus mejillas—. Tú eres un tonto. ¿Quién te dijo que me gusta ella? A mí...me gusta alguien más.

—¿Ah sí? ¿Quién es? Dime, dime —como niño pequeño se levantó de un salto. La curiosidad se le veía hasta en los ojos, que brillaban cada vez que aparecía un secreto que desvelar.

Para Christopher esto no era bueno, para nada. No podía mentirle, no a alguien tan puro como él. No se podía permitir decir palabras falsas delante de él, porque sabía que Seungmin nunca le mentiría. Suspiró, decidido a confesarse ahí mismo. Sí, lo haría y nada lo detendría. Ya había vivido suficiente ocultando lo.

—Tú me gustas.

Y lo dijo. Las mejillas de Seungmin coloraron al instante, tanto que parecían hacer competencia con el fuerte color rojizo del hoodie que utilizaba esta vez. Sus ojos no podrían estar más abiertos y todo brillo de curiosidad se desvaneció. No se esperaba eso y no sabía que tenía que hacer.

—Hyung... Oh, deja de bromear —formuló apenas, mientras que sus dedos jugaban con el final de su prenda superior. El nerviosismo se apoderó de él, en forma que sólo quería evitar la situación a toda costa —. Si no te gusta nadie, solo tenías que decirlo... A decir verdad ni yo sé dónde escuché el rumor de tu gusto por Somi.

Sin darle oportunidad a hablar se levantó y con rapidez entró a su casa, con la excusa de lavar los platos que habían usado. Su corazón latía a una velocidad que nunca había experimentado antes. No sabía qué le pasaba, no sabía porqué sus mejillas se sentían tan calientes, no sabía porqué se le dificultaba respirar con calma, no sabía porqué las palabras que había dicho Christopher lo habían hecho sentirse así. Era tan raro para él que creyó estar enfermo, un nuevo virus de síntomas inmediatos debió haberlo atacado para que sus signos vitales no estuvieran en orden.

Mientras que el mayor aún no podía creer que al fin lo había dicho, que había dicho las palabras que tanto quería decir y que anhelaba pronunciar desde hace mucho tiempo, y que esas palabras hayan sido tomadas como una broma. Chris sonrió, después de todo, ver a Seungmin sonrojado era un espectáculo digno de admirar. Sabía que las cosas no serían tan fáciles como decirle lo que sentía solamente, y aunque no esperaba su reacción, lo comprendía.

Al fin y al cabo, habían crecido juntos y eso significaba que su relación era tan fraternal que se trataban como verdaderos hermanos. El mayor lo hacía por costumbre, porque siempre estuvieron juntos, aún teniendo pleno conocimiento de sus sentimientos por Seungmin, en tanto que este siempre lo había visto como el hermano mayor que nunca tuvo, en quien apoyarse y quien nunca lo abandonaría.

—Seungmin —dijo Christopher para sí mismo, sabiendo que el nombrado no lo oiría—, en serio me gustas mucho. Ya no sé qué hacer con esto.

 Ya no sé qué hacer con esto

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Cuídense mucho <3

𝗛𝗢𝗢𝗗𝗜𝗘 𝗦𝗘𝗔𝗦𝗢𝗡 | 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora