Capítulo 5

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En la cabañita: dos días después, por la mañana

Adriana mira a su ángel caído del cielo, se parece tanto a su Paula. ¿No será la misma? Hace poco que se ha despertado y su mirada se han dirigido directamente hacía ella ¡Pobre chica! - piensa- Hace noches que no puede dormir muy bien no puedo permitir... no soporto su dolor, su angustia... Déjala dormir ahora que lo ha conseguido. ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿No tengo nada a perder, no? Hacía tiempo que no me sentía tan viva, y todo porqué el destino me ha cruzado con esta desconocida, con un pasado olvidado, sin orígenes, sin historia... ¡No seas tonta Adriana, claro que debe tener familia... ! ¿Y pareja? No, no quiero pensar en esto. ¡No! – remarcándolo en su interior, no obstante le aterra que el pasado reclame aquella bella durmiente. No cree en los cuentos de hadas de hecho no quiere ni imaginarse que se presente el principie azul, si era que existiera, de su cielo, esperanza... y le dé un beso y despierte. En este nivel de tormento, que se auto flagelaba, la bella durmiente despierta.

A: Ahhh- estirando los brazos.

AD: Buenos días dormilona- admirándola sin disimular. - ¿Como amaneciste?

A: No lo sé- auto explorándose.

AD: Te costó conciliar el sueño- le comenta con la esperanza de qué le confié sus preocupaciones, lo que le piensa su cerebro confuso, inquieto... Si sabe en todo momento lo que piensa, cree mejor lo tendrá para torear aquella situación. - ¿Te sigue preocupando...?

A: ¿Tu qué piensas? - devolviéndole la pregunta, está cansada de dar círculos para nada. Todo para llegar a la misma casilla de salida. Se friega el rostro, la zona frontal de la cabeza. ¡Dios, le sigue doliendo un montón!

AD: Mensaje captado, no preguntes, no te preocupes- dijo muy sarcástica, demostrándole que le estaba doliendo su forma de tratarla. - !Pero no lo entiendes¡ ¿Cómo crees que siento yo?- mirándola directamente, para transmitirle su mensaje. No obstante, Alba desvía los ojos, no quiere quemarse en el fuego de los ojos de su cuidadora. Le hace sentirse como la persona más cruel del planeta.

¿Pero no puede terminar de comprender que no puedo vivir tranquila sin recuerdos, sin recordar ni su nombre? El silencio se extiende, como una lloza pesada entre ellas, no es gratificante, más bien asfixiante. Este espacio de suspensión da tiempo para reflexionar a Alba, quizás se esté pasando con Adriana. La cual parece pasarlo también mal. ¿Qué relación nos debía unir? ¿Amistad? El que es seguro: me debe querer mucho piensa Alba y al fin le pide perdón.

AD: No perdóname a mí... ¿Té sigue doliendo la cabeza?

A: Sí, mucho.- admite.

AD: Bueno, los remedios tradiciones no han tenido efecto- poniendo carita de penita, pero debería de pasar al plan B: visitar otra vez el campamento medico más cercano. Allí buscaría al Dr. Garrido, al cual le había hecho algunas preguntas cuando estaba en coma su Paula y era él único que confiaba. Ya que en ningún momento le realizo ninguna pregunta. Seguro que le ofrecería los medicamentos necesarios, analgésicos o antiinflamatorios, sin rechistar. – Escucha cielo ¿té importa que té deje unas horitas esta mañana?

A: No, no me importa. ¿Por qué?- y le cuenta la verdad. Su rostro entristece un poco, está siendo injusta con ella y se siente muy culpable. ¿Por qué ha de desconfiar tanto de ella?

Adriana le prepara el desayuno, se viste rápidamente. No quiere perder el tiempo, quizás ya le harán perder en el campamento, entre que baja, espera que el Dr. Garrido este libre... Luego tiene que esperar que vuelven a repartir comida. En fin, le espera una larga mañanita. Le gustaría ser un rayo, muy veloz... para estar muy prontito al lado de su Paula. Tiene, en el fondo, miedo de dejarla mucho tiempo sola. ¿Y si...? ¿Qué va a pasar, la gente de aquí tampoco es mala?- se repite Adriana, intentando ocultar todas sus peores pesadillas.

No Me Digas AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora