Capítulo 17

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Era el medio día, cuando Natalia y Julia entraron a Hospital Central. Sabela hacía poco que se había sacado los últimos guantes sucios y los había tirado, con rabia, en una papelera. Desde que Elisa la rescato del torrente de lágrimas que no había parado.

La mente no había regresado al país prohibido, y le había permitido continuar siendo buena profesional y ofrecer lo mejor de ella. Aun así, el día no había mejorado para nada. No pudo salvar a todos los pacientes que trato. Era algo que ya tenía asumido, pero aquella mañana estaba muy sensible.

N: Hola corazón- le saludo, animadamente, la pediatra cuando se encontraron en la cafetería.

Ju: Hola.- le saludo la inspectora, no atreviendo a decirle nada más.

La idea, de ir a comer las tres, había estado de Natalia. Julia, no había encontrado ninguna excusa, convincente, para no aceptar. Más que nada, porqué no quería poner a Sabela en un aprieto. ¿Le haría ilusión aquella propuesta? ¿Por qué Natalia se había empeñado en ello? ¿Se había dado cuenta de qué le gustaba Sabela? ¡Dios que corte...! Ni se atrevía a mirarla. Pero era un libro abierto, era su cruz.

Era difícil ignorar a Sabela, le atraía como un imán, toda ella era hermosa, y mucho más su interior. Sus ojos verdes eran capaces de deshidratarte, sacarte la sangre, hacerte perder el equilibrio, incluso te obligarían a hacer cosas impensables. En ellos veías tan contenido en ellos eres capaz de leer fragilidad, fortaleza, tormento, misterio, amor, inteligencia, sensibilidad...

No podía estar a su lado sin estremecerse, sin mirarla, sin sentirse más cohibida. Era tener a alguien, que te importa mucho, muy cerca, a pocos palmos, y quererte empequeñecer. Tus deseos primarios empiezan a dominarte. Las mariposas hacen que su estómago se encoja, aún más. Ya es demasiado tarde, para decir que no te conviene enamorarte de un elemento del caso. Porqué, resulta, que ya lo estás hasta la médula.

Sabela como siempre la trata con amabilidad, cortesía. No parece molesta por la propuesta de ir a comer juntas y tampoco lanza cohetes de alegría. Estaba algo apagada, apática y para no desatar sospechas se justifica que está muy cansada. Les relata, por encima, unas pinceladas de aquella mañana. La cual quedaría reducida en aquellos términos...

S: Fatalidad, incomprensión, amor y muerte... Algunos de ellos los pilares de la vida.

Sabela se va a cambiar, desea sacarse el uniforme y olvidar la mañana. Antes de cerrar su taquilla, no puede evitar la tentación de contemplar una fotografía que ha escondido allí. La coge, con los ojos llenos de amor.

Con un dedo acaricia la imagen inerte, que no nota el paso del tiempo, de su Corina. ¡Era tan hermosa! Su pelo castaño claro, casi rubio. Sus ojos, sus originales ojos, de color azul. Su rostro suave, angelical... aún y el paso del tiempo, era capaz de percibirlo ante sí, palpar su sedosa piel.

La voz de Natalia, hizo que devolviera la fotografía a su escondite, cerrara la puertecita de la taquilla y saliera. Le dedico una sonrisa sincera a la mujer que había despertado sentimientos dormidos en su interior.

S: Ya estoy. Nos podemos irnos.- se dirigen, hacía la entrada del hospital donde les espera una tímida inspectora. Está apoyada en la pared, muy cerca de la puerta de salida. Mira la calle, a la gente que entra y sale. No las ve llegar.

Teresita, está teniendo una llamada, tampoco capta que la nueva parejita esta apunto de salir. Su rostro, por extraño que sea, también refleja cansancio.

Natalia, que ya se ha enterado de la movida que ha creado, quiere darle un caramelito de aquellos que le encantan. Su único error fue no compartir su plan y que sus recuerdos interfirieron su lucidez. Sin pensarlo, se gira, hace parar a Sabela y la mira en los ojos. Se le va acercando y varios recuerdos inundan sus pensamientos.

No Me Digas AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora