Capítulo 28

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EN LAS PROFUNDIDADES DE SABELA

Sabela, así creó llamarme... Oigo como me llaman, sus voces parecen muy lejanas... de otro mundo. De inmediato me doy cuenta de qué en realidad soy yo, que estoy en un país raro. Fue tan solo un pequeño espacio temporal... unos minutos, pero en este preciso momento todo había cambiado. ¿Puede ser aquello?

Lo único que consigo recordar es a Alba correr y detenerse en medio de la calzada... Le grito, le pido que se aparte de allí. A la misma vez, veo como un coche se le acerca... No va a parar y sin pensarlo corro hacía ella. Hay que salvarla... no quería más sufrimiento gratuito.

!Alba...! continuo gritando en mi interior, pero no consigo despertar del todo. ¡Alba! ¡Qué angustia! ¿Qué me pasa? La voz no me sale, no siento las piernas. Lo único que percibo es el duro asfalto, y gente pendiente de mi.

De repente, un intenso dolor me invade... Diciéndome, indirectamente que no era un mal sueño. Poco a poco, voy siendo consciente de lo que verdaderamente ha sucedió, estaba tan concentrada en salvar la vida de Alba... El coche me ha embestido sin que me diera cuenta y he salido desprendida, pasando por encima de él hasta terminar estirada al suelo.

Quiero abrir los ojos... ¡Alba! El dolor que siento no me importa, debe ser los golpes que me he dado. Intento recopilar todas las fuerzas que me restan, y comprobar que el exterior anda todo bien. Que ha merecido la pena...

Al fin, consigo abrir los ojos. El sol me molesta, y los vuelvo a cerrar. Lo intento de nuevo, olvidándome de mi dolor, y veo a Alba y Natalia de espalda. Me invade una inmensa alegría... no importaba nada más.

Una vez aliviada mi angustia, me acorde de Julia. ¿Dónde estas amor? Necesito verte, quizás sea la última vez que te vea. El dolor cada vez es más intenso, especialmente en la zona pectoral. Me siento muy cansada, las fuerzas me están abandonado. Julia... aparece, quiero decirte adiós, besarte, ver tus ojos miel, dulces y tranquilos.

Amor, quizás me muera... No sé si estoy preparada para morir. ¿Dónde estás? Quiero decirte, que te quiero mucho. Es extraordinario lo mucho que te he llegado a querer en tan poco tiempo, he de preguntar por ti... Quiero articular tu nombre, me cuesta algo... pero al fin lo consigo. Mi voz parece un murmullo, pero Natalia me ha entendido.

No me responde, se ha quedado muda no obstante, un gesto inconsciente la delata. Me está mintiendo, e intento buscar a Julia por mi reducido campo visual. Con tan solo, mover algo la cabeza consigo verla. Oigo la voz preocupada de Natalia, desgastando mi nombre. Entiendo de inmediato porqué me quería ocultar aquella información.

Mi amor, se esta peleando con una chica rubia... le estaba casi venciendo cuando la situación se le descontrola al sentir mi nombre. Por unos instantes temo por su vida, pero se separa muy ágil de su opresora, y de inmediato corre hacia mi lado. Empiezo a estar en una extraña dimensión, muy feliz en verla bien, sin ninguna herida importante.

Su ternura, dulzura me inunda el alma... su forma de acariciarme el rostro. Me rompen el corazón sus lágrimas, no soporto que sufra por mi culpa. ¡No lo soporto! Aunque percibo que las fuerzas me están abandonando intento animarla y le prometo algo que no se si lo podré cumplir. Intento decirle que todo irá bien, que la quiero mucho.

No evito sentir mucha paz, aunque no soporto la angustia de mi chica. Pero todo está a su justo sitio... Sus ojos continúan preocupados... como Héctor que me ha atendido. Aquello reafirma mi certeza de qué estoy grave.

¿Cómo lo puede saber uno? Es una sensación... una pesadez. Por ganas me levantaría y me fugaría contigo en a donde sea, a donde haya paz y solo amor. Pero no puedo moverme... Lo sé... Aún no se cómo terminará este cuento. ¡No lo sé!

No Me Digas AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora