Capítulo 31

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Un Dios le estaba bendiciendo desde el cielo, desde el universo, o de un mundo inimaginable. De hecho, tan era donde procedía aquella marea de buena suerte. Habría que atarla, acariciarla, codiciarla y retenerla hasta que el destino volviera a arrebatársela. Sonrió largamente y sus ojos volvieron a estudiar la imagen de Natalia Lacunza junto a su nuevo amor, una chica de su misma calaña y presunción, su rostro le era familiar.

AD: ¡Pues claro que sí! -recordando que la Monsolís también estuvo en Kaikas. -Aquella doctora que salió a buscar a la Lacunza... Seguramente, que por entonces ya estaban liadas. ¡Infiel! - pone un dedo en la fotografía de su enemiga de forma inquisitiva. -Tú no la quisiste tanto como yo.

Adriana, ante aquel descubrimiento causal en aquella revista, brilla como un árbol de navidad, como una estrella... Cree tener un futuro prometedor ante ella. Se lee la revista atentamente, riéndose, de lo cursis que parecían las dos celebridades.

AD: Aunque, me alegro de qué las dos habéis reconquistado la felicidad. No sabéis el favor que me hacéis para variar- sonriendo con absoluta satisfacción. - Sí, vivid juntas, formad una familia espléndida y dejadme ser feliz a mí, espero que decidáis ir al país de nunca jamás para no regresar.

Tras terminar de leer el artículo, empieza a arrancarlo y seguidamente el índice de la revista. Alba no debe verlo. No quiere arriesgarse de lo que vea por curiosidad y la imagen de su expareja le resulte familiar y termine por recordar. Quiere borrar el nombre de Natalia, alejarlo de sus vidas para siempre. Si ella ya ha rehecho su vida, aún más está en su derecho Alba, ella no debe reencontrarse con aquella basura.

Una vez conseguido este primer objetivo empieza a revisar las otras revistas con avidez y ligereza, no quiere arriesgarse que regrese su pareja y la encuentre cometiendo aquel crimen, atentado contra la libertad de información. Hacía falta decir, que su tía era una férrea coleccionista de revistas. ¿No tiraba, absolutamente, nada? Al menos, en aquella salita encontró medio año de lecturas. De ellas, obtuvo todos artículos dedicados a la pareja del año ofreciéndoles el mismo destino que el último artículo publicado.

¿Cuál sería el destino de aquellas hojas? Una buena pregunta, que Adriana con su veloz mente resuelve en un abrir y cerrar de ojos. En la cocina capta un encendedor y se cierra en el cuarto de baño. Abre la ventana de ventilación y levanta la taza del water. Con una clara sonrisa de satisfacción va quemando hoja por hoja.

AD: Adiós, para siempre engreída Lacunza- se despide de su ex enemiga, cuando empieza a arder la última hoja y a convertirse en cenizas. La llama va pasando por los distintos colores, dejando tras de si humo y polvo entre negro y grisáceo, es como la desintegración de los vampiros, cuando se les clava la estaca, terminando con su afán de consumición de sangre.

El agua del contenedor del sanitario, acumula un montón de residuos de los que fueron alguna vez una noticia, ya no había vuelta hacía atrás el último gesto es fácil, pulsar un botón para que el agua arrastrase aquellos escombros y los juntase con otros desperdicios humanos. Fue su forma de enterrar aquella sombra y ser el símbolo para entrar a una nueva era.

El humo, lo único molesto de aquella acción, sigue incordiando el pequeño habitáculo, no puede evitar toser, aun así, permanece allí durante unos minutos, de auto-reflexión, algo le sigue doliendo hay cosas que no se pueden quemar ni transformar. Al fin sale, no quiere intoxicarse por culpa de la Lacunza. Antes de irse, abre más la ventana, y tira al aire una generosa dosis de ambientador, quizás tenga suerte y cuando regrese su Paula ya haya desaparecido el intenso olor de papel quemado único indicio de su crimen.

Otra vez en la salita y no sabiendo que hacer, sigue nerviosa, ya han pasado dos horas desde que se salió su pareja, el miedo de qué no regrese le sigue comiendo por dentro de hecho, es el único motivo por el cual no está saltando y bailando por la eliminación de aquel obstáculo.

No Me Digas AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora