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Pasado el mediodía ya. Charly se había ido un rato del estudio, después se quedó unas horas en la vereda, no tenía ganas de entrar, prefería primero terminarse la caja de cigarrillos que tenía en la mano. Pero si no entraba, ya sabía que iba a ir David a recordarle toda la mierda junta que era su ser.
Apagó el que decidió que iba a ser el último cigarrillo del día y despejó su mente. Por dios, él era el mismísimo Charly García, todo le iba a salir bien al final del cuento, eso siempre pasaba, ¿Por qué ahora sería diferente? Pedro iba a volver con él y David iba a quedar como un estúpido.

Entró al estudio, dónde se encontró una escena bastante peculiar: ese par de músicos, haciendo ikebanas, ya había varias que decoraban el lugar. Había que admitirlo, lo minimalista de estas era bastante agradable a la vista, pero Charly solamente vio la oportunidad de hacer una escena. Porque sí, porque estaba celoso, y le dolía que ahora Pedro prefiriera a David.

—¿Qué mierda es esto?—Puso las manos en la cintura y los miró con cara de "Ya saben lo que voy a hacer". Entonces procedió a agarrar uno de los adornos para examinarlo.

—Son ikebanas—Le explicó David mientras lo miraba de reojo—Pero no no entenderías, no te da la cabecita.

—¿Qué decís, trolo de cuarta?—Replicó Charly, arrojando el arreglo floral al suelo violentamente.

—¡Dale! ¿Por qué hiciste eso?—Pedro se levantó de su silla.

—Están horrendas, no las necesitamos—Se justificó García en un tono infantil.

—¡Moro! ¡Decile algo! ¿No?—Lo llamó David. Moro, que estaba acomodando la batería dónde iba a tocar, suspiró y se dirigió al del vitíligo:

—Charly, te recuerdo que tenemos que grabar un disco, si no te vas a poner a componer nada o a hacer algo productivo...—Buscó las palabras adecuadas—Te pido que te pongas las pilas así ensayamos las canciones que tenemos o algo.

—¿Sabés qué?—Charly sonrió—Tenés razón, vamos a ensayar, no tiene caso quedarme discutiendo con esos dos...

—Dejalo, dejalo...—Le pidió Aznar a Lebón en voz baja.

Entonces el día siguió su curso, y pasó más rápido de lo que Pedro imaginaba, eso era algo bueno, y a la vez no tanto, prefería no tener que hablar con Charly, aunque, sabía que en algún momento iban a tener que ponerse a hablar sobre su asunto, o se iba a convertir en algo de nunca acabar, y a ambos les pesaba, era fácil darse cuenta.
A veces Pedro pensaba que Charly nunca lo quiso, por eso lloraba casi todas las noches, pero después veía a Gracía, que en los ojos se le notaba el dolor. Entonces, Pedro cambiaba un poco de opinión, sin embargo, había algo que él no podía negar, y es que el tecladista era una persona sumamente dañina, y simplemente no podía dejar de dañarse a sí mismo y a otras personas de su alrededor.

Como sea, con el pasar de los días Pedro dejó de hacer ikebanas, porque sabía que Charly se iba a deshacer de estas cuando tuviese la oportunidad. Sin embargo, no tenían mucha más interacción. El que sí tenía interacción con Charly, era David, siempre se animaba a confrontarlo, honestamente no ayudaba en nada.

Hablando de David, uno de esos días salió a la ciudad, quería respirar un rato del ambiente tenso en el que estaba viviendo. Fue a un café. Llegó a la puerta y entró buscando a alguien con la mirada. Apenas lo vio, fue a saludarlo y se sentó con él.

—Perdón ¿Te hice esperar mucho?—Rió David.

—No, no hace mucho que estoy acá, no te preocupes, amor—Le respondió Luis, tan dulce como siempre.

—Bueno ¿Cómo estás?

—Bien, mucho mejor ahora que te puedo tener conmigo —Dijo Luis, tocando la mano de su futuro esposo—Pero a vos te veo cansado ¿Te estás exigiendo mucho de vuelta?

—Eh, vos sabías que nos reunimos otra vez con Serú Girán, es eso—Le explicó—Hacer estas cosas es re cansador...Y no te voy a mentir, podríamos estarnos llevando mejor...Es culpa de Charly.

—Ay, entiendo—Luis hizo un gesto de tristeza—Pero no digas eso, Charly no es una mala persona, tiene muchos conflictos, su corazón no puede sanar.

—Es muy fácil hablar de afuera—David resopló—Tendrías que estar ahí, pero no me malinterpretes, yo lo quiero, pero está insoportable, un rompebolas que para qué te cuento... Me dan ganas de dejar el proyecto.

—Mirá, yo te digo que tengas un poquito más de paciencia—Le pidió Spinetta—Se va a dar cuenta de lo que hace mal, y si no, podés dejarme que hable con él. Para lo que sea, acá estoy.

—Gracias—Fue lo único que David pensó en contestarle—Te amo, Luis, sos el sol.

♪ ♪ ♪

Ya no había mucho mucho sol. Moro iba a salir, le preguntó a Pedro si quería ir con él, pero Aznar había tomado una difícil decisión, iba a quedarse solo con Charly, quería hablar. No era que se sintiera listo, porque sabía que iba a derramar más de una lágrima, pero si no era ahora, ¿Cuándo sería? Cuando estuvo seguro de que el baterista se había ido, se dirigió a buscar a Charly, que estaba solo fumando mientras tocaba algunas cosas en el teclado que más tarde se iba a olvidar, como muchas otras melodías y conceptos. Pedro lo vio de espaldas y ahí nomás se armó de valor y le habló esforzándose por sonar lo más firme que su garganta temblorosa le permitiera.

—Charly...—Charly lo escuchó pero no volteó ni le contestó, siguió tocando como si estuviese solo—Charly, dame bola, dale.

Charly dio un pesado suspiro y al fin murmuró:

—¿Qué?—Hizo una pausa y rió con amargura—¿No que no me podés ni ver ahora?

—De eso te vengo a hablar—Pedro permanecía quieto, parado en el lugar mientras jugaba con sus manos por los nervios.

—A ver, ¿Qué tenés para decir?—García no lo iba a confesar, pero no le daban ganas de que Pedro le dijera lo que ya sabía—Te escucho.

—Lo que yo quiero es olvidarme de esto, seguir con mi vida—Respiró antes de continuar—Y no me estás ayudando...

—Pff ¿Lo que vos querés?—Charly dejó el teclado y apagó su cigarrillo, pero siguió sentado en el suelo, viendo hacia el frente—¿Y lo que yo quiero? Eso no te importa. Yo no quiero que te olvides de mí.—Se quejó.

—Ya sé...No estoy hablando de olvidarme de vos—A Aznar ya se le quería vencer la voz—Sos muy importante para mí, Charly...

—¿Entonces? La verdad no te entiendo, Pedro.

—Quiero que dejes de insistir—Pedro estaba cada vez más cerca de Charly, que en ningún momento lo miraba—¿No ves que esto nos hace mal a los dos? Quiero que ya no tengamos esta carga...

—Ah, claro, querés el camino fácil, me vas a dejar solo otra vez, como todos,—Después agregó:— como toda esa manga de forros hijos de puta que...

—Charly...—Pedro lo interrumpió. Lo abrazó por la espalda, García estaba rígido, como rechazando cualquier clase de contacto físico por parte del bajista.

Hubo un periodo de tiempo durante el cuál ninguno de los dos dijo nada, solo se escuchaba el llanto de Pedro.

—¿Todavía me querés vos?—Se animó a preguntar Charly.

—¿N-no soy muy obvio?—Aznar hizo otra pregunta en respuesta.

—¿Eso qué significa?—Susurró Charly.

—Nunca te dejé de querer...—Sollozó Pedro.

Charly se separó del menor y volteó para verlo de frente. Lo agarró de la barbilla y lo obligó a mirarlo a los ojos. Acto seguido, le dijo con delicadeza:

—Eso es lo que quería escuchar— Antes de darle un beso, murmuró:—Qué hermoso sos, de verdad.

Pedro no se resistió, se puso a disposición total de Charly, no lo podía evitar, y por eso, dejó caer un par de lágrimas más. No estaba obteniendo el resultado deseado.

♪tango, uno de verdad♪ (Serú Girán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora