♪7♪

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La noche despuntaba con estrellas brillantes aunque lejanas que adornaban el cielo oscuro, con leves tintes de luz que venían de la ciudad de Buenos Aires. Los bares, boliches y demás centros de entretenimiento adulto abrían sus puertas como siempre. Pedro ya había entrado a uno de esos lugares, a dónde solo iban los hombres que disfrutaban de la compañía de otros caballero. Se separó de David y Luis, que se habían quedado en una mesa de por ahí.

Aznar se quedó por la barra, dónde no tardó mucho en tener un visitante. El recién llegado le dedicó una mirada interesada al bajista, le sonrió coqueto, después pidió unos tragos.

—¿Venís seguido por acá?—Lo interrogó el desconocido—Nunca te vi las veces que estuve.

—No, la verdad no—Contestó Pedro para después darle un sorbo a su bebida y tragar dificultosamente—Es la primera vez que vengo a este bar.

—Te va a encantar, es el mejor bar maricón al que podés venir—Amplió aún más su sonrisa.

—Ya me encanta—Aznar le devolvió la sonrisa—Y, ¿Me vas a decir cómo te llamas?

—¡Uy! Perdoná mis malos modales—Se disculpó, entonces, le hizo una reverencia y anunció:—Podés decirme Julian.

—Dale, Julian—Aznar se iba a presentar también, pero Julian lo interrumpió.

—Vos sos Pedro Aznar, no hace falta que te presentes—Después dijo:—¿Te digo la verdad? Te reconocí desde el primer minuto.

—Eh, supongo que sos un fan interesado en un autógrafo—El bajista de Serú Girán estaba a punto de decepcionarse.

—Nada de eso—Se apuró a decir el hombre de ojos avellana—Es otra cosa, me interesas vos.

—¿En qué sentido?—Pedro se puso nervioso por la cercanía del de menor estatura.

—Dale, no te hagas el gil—Lo animó, mientras le ponía la mano en la cintura.

Mientras tanto, Charly salió de casa, con la intención de despejarse, fue a su barrio preferido para emborracharse y perderse, tal vez amanecer en un lugar raro.  La animada música de un bar ya se escuchaba a lo lejos, parecía que había una buena cantidad de gente ahí, sin embargo, le restó importancia y entró de todas formas, mirando disimuladamente a algún muchacho atractivo que se le cruzara, aunque no tuviese la intensión de acostarse con ninguno de ellos. Ni siquiera con esos guapos chicos góticos que admiraban su playera de White Zombie y su estilo tan llamativo.

Se dirigía a la barra, caminando velozmente entre las mesas, cuando frenó en seco al ver a dos hombres charlando en aquel lugar. ¿Ese era Pedro? ¿Qué hacía con ese tipo? Parte de él quería irse para ya no ver esa escena, sin embargo, su peor versión, quería ir a buscar a su amado, y esta última estaba ganando la batalla. Apenas pudo dar un par de pasos hacia adelante cuando sintió un agarre gentil pero firme en su brazo. Sobresaltado, se dio la vuelta. Se encontró con Luis.

—Charly, ¿Tenés un momento para hablar?—Lo soltó y señaló a una de las mesas, desde dónde David los miraba... Bueno, le perforaba el alma a García, eso era un "Ni se te ocurra hablarle mal a Luis"

—Eh...—Charly apartó la mirada, estaba genuinamente nervioso—Bueno, como quieras.

—Vení, no tengas miedo—Lo guió hasta la mesa—Vamos a hablar y nada más.

—No tengo miedo—Protestó Charly, tratando de contener las ganas de soltar algún insulto.

Ya los tres ubicados en un circulo que no irradiaba demasiada confianza. Los tres intercambiaban miradas, ahora todos eran un manojo de nervios ahí. David iba a decir algo, Spinetta se dio cuenta de eso y pidió de la forma más educada posible:

—Por favor, dejá que yo comience—Acto seguido, miró a Charly—¿Por qué viniste? No te voy a decir nada, es para saber.

—Vine a tomar algo—Respondió de mala gana el tecladista—¿No puedo?

—No es eso—Explicó David—Pedro está acá, así que ni se te ocurra ir a molestarlo, ¿Me escuchaste? Porque por fin la está pasando bien, sin pensar en vos, y espero que la empatía te alcance como para no ir a estropearle la noche.

—Yo no sabía que Pedro estaba acá—Se defendió Charly.

—Te vi cómo ibas a buscarlo recién, y primero te quedaste mirándolo—Replicó Lebón—Sos muy obvio, ¿Sabías?

—Ah...—García no supo que contestar, eso no se daba muy seguido en él.

—"Ah"—Repitió Lebón, imitando su acción.

—Por favor, abstenete de molestar a Pedro—Le pidió Luis—Podés quedarte con nosotros si quisieras, no te preocupes.

—No, gracias—Charly se levantó de su asiento y salió afuera sin decir otra cosa o mirarlos.

Cuando llegó afuera, sacó una caja de cigarrillos con las manos torpes y prendió uno. Mientras escuchaba la música que provenía del local, terminó el primero. Así siguió. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Iba por el sexto cigarrillo cuando vio que alguien se aproximaba, alguien que había visto antes.
Julian Alves, un pibe no tan pibe. Castaño, de barba y tenía unos ojos hermosos. Era músico, había querido tocar junto a Sui Generis anteriormente, sin embargo no fue posible gracias a su mala relación con Charly.

—Eu, loco ¿Vos que hacías con Pedro, eh?—Charly se interpuso en su camino con esas palabras—Te vi.

—Hola, Carlos—Julian le sostuvo la mirada, sin inmutarse—Hacía mucho que no te veía. ¿Cómo te va?

—¿A qué estás jugando?—García dejó su tono amenazante de repente, sin embargo, su voz no expresaba algo en específico, no podía procesar la respuesta de ese viejo conocido.

—A nada—Julian puso cara de no entender—¿Vos a qué estás jugando? ¿Estabas espiando a Pedro?

—¿Qué? No, lo vi de casualidad—Replicó Charly.

—Más te vale—Julian le sonrió—Espiar a la gente no está bien—Después siguió su camino a paso tranquilo y silbando.

El de anteojos se quedó viendo como el otro se iba. Normalmente lo habría enfrentado, pero no se atrevió. No era como si su indiferencia lo hubiese intimidado, ¿O sí? Tal vez Julian sabía cómo manejarlo.

♪tango, uno de verdad♪ (Serú Girán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora