XIII

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     —I-

     —Ian-

     Mis oídos estaban sumergidos en la mayor presión de los mares, alguien está gritando. ¿Qué estaba haciendo yo? No escucho bien, está pronunciando el nombre de alguien. ¿Cómo me llamaba yo? ¿Por qué estoy aquí? No veo nada, no oigo bien, no quiero estar aquí, tengo miedo.

     —¡Niall!

     No había más peso en mi cuello, aunque respirar era aún más doloroso que antes. Me recostaron contra algo y las sombras empezaban a tomar colores.

     Intenté hablarle a la persona encima de mí. Siento la garganta rota, no puedo ni agradecerle por salvarme.

     ("¿Por qué decidiste seguir vivo?")

     —Ben. —recordé que a mi hermano le había pasado algo, también me asusté de la muerte. La sentía a mi lado, tratándome de cobarde hasta que dejara de respirar. Impaciente, pues hay muchos otros cobardes en este mundo.

     —No, soy Lilith. Tu hermano no está aquí. —pude escuchar perfectamente esta vez. Los sonidos mantenían tonos, irrumpiendo en el chillido que escuchaba todo el rato.

     Presioné ambos codos en la cama en la que me habían tumbado. Pude ver la mugrosa habitación por la que me habían cobrado un dineral. La puerta principal estaba derribada, y detrás de ella se encontraban los inquilinos más cercanos que escucharon los gritos.

     Lilith estaba llorando sobre mi regazo, desconsolada. Su cara estaba totalmente roja y tuvo que tomar varios intentos para mantener un diálogo normal.

     —¿Por qué me detuviste? —Yo también estaba llorando, no quise la muerte, me arrepentí a último momento, y fue horrible.

     —Llevamos todo el día buscándote. —dijo desviando la vista, tal vez quiso dar más detalles pero tuvo que ser difícil con tanta gente observándonos. Lilith volteó la mirada luego de una pausa breve, todos entienderon las intenciones y decidieron volver a sus cuartos. O tal vez al pasillo, a hablar de lo ocurrido.

     —¿Cómo me encontraste?

     —No te ibas a quedar durmiendo en las calles, así que decidimos divirnos y buscar en los moteles. —No me quitaba ojo de encima, miraba a todas mis extremidades y zonas a ver si me había hecho algún otro tipo de daño—. Temía esto mismo, Niall.

     —Pero, ¿quién dijo que era lo mejor? ¿Quién dijo que era lo que yo quería? —Ahora el egoísta estaba siendo yo.

     —Derribé la puerta con el encargado al escucharte pidiendo ayuda —contestó—. Vi la misma cara de Aubrey al tirarse de un edificio que en ti al hacer esto.

     —Aubrey se lanzó y no se arrepintió.
—pensé que sería un poco infantil y fuera de lugar hablar del mundo perfecto de Adam.

     —Aubrey lloró al verlo a él. —Ella empezó a sollozar aún más—. ¿Por qué nadie se da cuenta? Aubrey se suicidó porque no le gustaba esta vida, y se arrepintió a último momento al ver a Adam.

     »Tal vez solo recordó que sí existe alguien por el que vivir. Le tengo horror a esa cara, soñar es una tortura porque me la puedo encontrar de nuevo. Hoy la vi en ti, Niall.

     Tomó ambas de mis manos, esperó a que me acomodara en una posición para no caerme y luego me las enseñó.

     —¿Lo ves?

     Las separaciones de los dedos estaban totalmente rojas, la piel estaba rasgada y de muchas uñas se podía ver unos hilillos de sangre brotando. Dolía si las apretaba al cerrar el puño y algunos dedos se sentían paralizados.

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