XVI

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      Esos gritos me hicieron recordar el color de los escalones del árbol: blancos.

      Lilith había llegado totalmente sucia, cayó corriendo muchas veces de camino aquí. Tenía un vestido blanco de flores totalmente mojadas, como las de aquel lugar. Hubieron muchas piedras y charcos por el camino, vino con pequeñas heridas en sus piernas. Tenía un poco de maquillaje en ambos ojos que se corrió por todas sus mejillas rojas cuando empezó a llorar. Cayó de rodillas frente en la puerta principal, frente a la figura de Douglas. Arrepentida, llorando sin poder mirarnos a los ojos. Tal vez haya un dios allá arriba que la estuviera mirando, tal vez se arrodilló para pedirle de vuelta sus alas.

      —¡Lilith! —gritaba el pelinegro todo el rato, esperando una respuesta.

      —¡Adam está en el hospital! —alcanzó a decir con la mayor de las vergüenzas.

      Douglas tomó el coche sin asistirla. Yo la tomé de los brazos y la levanté delicadamente. Vi sus pies magullados, no puedo creer que se haya dado tantos golpes y no se esté quejando del dolor. Ella lloró un poco en mi pecho, sin poder mirarme. Tenía ambas manos tapando lo poco que se podía ver de su rostro. Poco a poco, comencé a moverme, agarrándola, dando pequeños pasos hasta el coche. Era de noche y poco podía ver. La recosté en el asiento trasero y me senté en el de copiloto, junto a Douglas. No sé que habrá pasado, pero tenemos que llegar lo más rápido posible.

      —¿Qué pasó? ¿Puedes decirme? —preguntó Douglas calmadamente.

      —Se lanzó contra un auto hoy por la mañana. —pudo alcanzar a decir entre sollozos, o eso entendí.

      No preguntó más nada, aceleró un poco y tomó la ruta más rápida hasta el hospital. Lilith no podía dejar de mirar a la nada, creo que está comprendiendo lo que pasó, yo estaría igual. Llegamos a los pocos minutos, el sitio era bastante céntrico y la ciudad pequeña.

      Algunos señores de la entrada intentaron atender a la pelirroja, pensando que ella era el motivo de nuestra prisa.

      —Por favor, ¿en qué habitación está el chico que fue atropellado hoy por la mañana? —preguntó apresuradamente a la recepcionista. Bastante considerado estaba siendo para la alteración que traía desde el camino.

      —¿Son alguien cercano a él? —pregunta rutinariamente.

      —Somos su familia. —responde Lilith.

      —Habitación 110. —contestó sin más rodeos, estoy seguro que ella entendía nuestra preocupación.

      Subimos a la segunda planta por escaleras, todos pensamos que el ascensor sería una opción mucho más lenta. Douglas cargó a Lilith por su cansancio y, aún así, fue más rápido que yo al llegar.

      Abrimos la puerta, esperando lo peor: Adam con varios huesos destrozados y necesitando una operación de urgencia, pero no. Él estaba sentado en una silla, fuera de su cama. Tenía varios cables a dar de sí por no estar en la zona donde debía. Estaba de espalda a nosotros, mirando a través de la ventana del hospital.

      —No se preocupen, me aseguré de que no fuera nada grave. —contestó, asumiendo que éramos nosotros los que estaban detrás de él.

      —¿Por qué lo hiciste? —Douglas estaba a mi izquierda, mirando al suelo y apretando ambos puños, pero también pude ver gotas cristalinas saliendo de sus ojos— ¿Por qué esta habitación?

      —Esta vez estoy preparado, mira. —Se levanta con dificultad de su silla, en serio debe dolerle. En un instante, abrió la ventana por la que observaba y estiró el brazo—. ¿Ves? La próxima vez que ella caiga, la voy a tomar de la mano y le voy a pedir perdón.

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