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Un mes atrás, Louis podría reírse si alguien le dijera que dejaría de estar en la banca para jugar y enfrentarse contra la academia visitante en el próximo juego, porque sonaba incrédulo y era básicamente imposible. Por eso, su sonrisa mientras corría de un lado a otro sobre la cancha y la sensación de victoria cada vez que anotaba un nuevo gol, todo eso se sentía como un sueño. Y tenía que agradecérselo a Harry.

A quince segundos de que el marcador diera por finalizado el partido, Louis lanzaba el balón a Jhonny, uno de los compañeros de equipo que iba por delante, éste recibió el balón y, como si fuese una perfecta toma de película en cámara lenta, corrió a encestar justo antes de que sonara el pitido del silbato y los números marcaran el desempate. Todos hicieron un círculo celebrando el triunfo del equipo efusivamente, con gritos y saltos a los que el entrenador se unió mientras sostenía la copa y los felicitaba uno a uno por su desempeño.

—Me callaste la boca, Tomlinson —dijo el hombre cuando llegó a Louis—. Felicitaciones.

—Gracias, señor Brooks —sonrió tímidamente hacia el mayor.

Esa tarde, llegó a casa emocionado con su trofeo en mano y una mínima esperanza en su corazón.

—Seguro que la otra academia estaba llena de incompetentes —fue lo único que tuvo que decir Jhoanna para matar la pequeña chispa encendida en Louis.

De Felicité esperaba comentarios similares, decidió evitar escucharlos e ir a su habitación. Aún tendría que esperar a la tarde siguiente para ver a Harry.

—Escuché que alguien tuvo un buen juego hoy —la voz de Mark logró sobresaltarlo, no se había dado cuenta de que éste entró a la habitación y permanecía frente al umbral de la puerta—. Felicidades, hijo.

Louis se enderezó sobre la cama e inmediatamente pudo sentir los brazos de su padre rodearlo fuertemente.

—Gracias —reprimió una sonrisa en uve mientras correspondía el abrazo.

—Estoy muy orgulloso de ti —murmuró antes de separarse—. Déjame ver ese trofeo.

Mark era un aficionado a los deportes y bien sabía que no eran el principal interés de Louis, nunca intentó presionarlo o insistir con el tema, por eso su emoción lograba contagiar al menor, pues era uno de los pocos momentos en los que se le veía tan feliz.

                               ∆•∆•∆

Transcurría su primera hora libre del día cuando Samuel tuvo que ausentarse para ir a la clase que correspondía en su horario, entonces Felicité decidió ir a la cafetería y esperar sentada en una de las bancas por sus compañeras del grupo de porrismo. Harry le hacía compañía, aunque más bien el silencio se robó la escena, pues ambos estaban demasiado sumidos en sus propios pensamientos. La distracción momentánea perduró hasta que sintió una mano sobre su hombro, al darse la vuelta pudo ver a Zoé, la co-capitana del grupo.

La chica le sonrió mientras se sentaba en el asiento frente a ella.

—Hey, Fizz. Ayer no fuiste al partido
¿por qué? —preguntó, un tanto confundida.

—¿Partido? —frunció el ceño, pues la confusión también la invadió.

—Ayer, la academia les rompió el trasero a los visitantes —sonrió con orgullo—. Tu hermano estaba en la cancha, creí que en las gradas estarías tú, pero nunca logré encontrarte.

Hasta ahora, la conversación que había sido irrelevante a los oídos de Harry, comenzó a tomar importancia ante la mención del ojiazul.

—Ah, claro —reaccionó al instante—. No tenía mucho qué hacer allí, hubiera sido una pena verlo perder.

Felicité's Brother || Larry stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora