CAPÍTULO 11- Somos aliados en esta mentira

14 6 1
                                    

𝓔𝓵𝓸𝓲𝓼𝓮

¿Y ahora en que mierda me metí?, bueno primero insulte a mi jefe, lo abofetee, lo volví a insultar y acepte un trato de ser su cortejo de temporada falso para que se libre de sus deberes conyugales. Vaya locura, sin mencionar que el pasado día lo vi desnudo y borracho. 

Ciertamente gano un sueldo normal y tengo muchas libertades que cualquier empleada doméstica en Inglaterra. Pero la idea de ganar un dinero extra por el simplemente hecho de mentir era algo que me atraía. Necesitaba recuperar mi hogar, mi normalidad, mis pollos, y mi hermosa vaca Hortensia.

Jack y yo acordamos solamente cinco simples reglas 1. No afecto físico, 2. No enamorarse, 3. Ser sincero con el otro, 4. Si incomoda una actitud del otro tenemos que decirla para disculparnos, 5. No salir con otra persona mientras seguimos la mentira.

Realmente todas parecen sencillas, nada que no pueda manejar. Jack y yo estamos caminando hacia una tienda de ropa, personalmente estoy emocionada ya que nunca he tenido vestidos caros o estas ostentosidades de ricos nobles. Al entrar es un espacio mediano, adornado de varios maniquíes de metal con grandes vestidos y de colores muy bonitos, las paredes eran de un color rosa oscuro, todo el espacio gritaba caro y glamuroso.

-Yo te espero afuera, no es recurrente que un caballero este por aquí. Elige unos bien bonitos y que no le duelan a mi bolsillo, mini demonio- desde nuestro trato de ayer no ha parado de decirme así, no me molesta en lo absoluto ese apodo.

Antes de que se retire yo le saco la lengua y le sonrió con malicia. Me gusta sacarlo de quicio. Bueno creo que sacar a los hombres de sus casillas es mi especialidad. Me dirijo a ver los vestidos y tocar la tela. Escucho varias personas carraspear detrás de mí. Me volteo y les sonrió.

-Buenos días, vengo a comprar y encargar muchos vestidos-

Son dos mujeres, una de ellas parece estar en sus cuarenta y la otra se ve unos años mayor que yo. Me mira de arriba debajo de forma despectiva, evaluando mi vestido, mis botas con un poco de lodo, mi peinado y hasta mi cara. Veo como la más joven de ellas, esconde media sonrisa. ¿Acaso esta perra se está burlando de mí?

-Buenos días, señorita. -se dirige a mí la señora- No sé, pero creo que se equivocó. Calles más abajo se encuentra otra tienda- sonríe de forma falsa y vuelve a darle un repaso a mi ropa.

Intento controlarme e imito su sonrisa igual de falsa, porque a pesar de que soy una granjera tengo educación y no me voy a rebajar a tales groseras- No, no me equivoque. Entre aquí porque voy a comprar un vestido de esta tienda- espeto.

-Creo que no tienes el dinero para comprar aquí. Lo siento, pero no damos caridad- me suelta la que es más joven y se ríe.

Eso es madera para avivar el fuego de rabia que crece en mí, y me le acerco a paso lento pero amenazante a la perra que tengo al frente. - ¿Qué me dijiste? - digo entre dientes

Ella vuelve a reírse y me mira retadora – Que no tienes dinero, o sea mira tu ropa de campesina y que no damos caridad. Anda una tienda de segunda- saca su abanico de su falda y se aletea con él varias veces.

Yo le arranco el abanico, ella grita temerosa, parto el abanico de mierda con mi rodilla y se lo lanzo. La señora se mete entre las dos, me toma del antebrazo para apartarme de la chica, me empuja hacia la salida.

- ¡Lárgate de aquí!, campesina. Asquerosa. Llamaré a los guardias de la esquina para que te apresen- me grita antes de abrirme la puerta y empujarme

Yo me volteo y les grito –Se puede meter sus vestidos por donde el sol no les alumbra- veo como las dos me miran ofendidas y cierran la puerta de un portazo.

Jack y EloiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora