CAPÍTULO 16- No tienes que agradecer.

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𝓔𝓵𝓸𝓲𝓼𝓮

Geoffrey, me lleva a un restaurant elegante. Cada pared posee un tapiz de flores, las mesas son de madera y el lugar huele a rica comida. Mujeres y hombre charlan alegremente mientras disfrutan su comida. Pasamos por algunas masas, hasta sentarnos en una, viene un chico a tomarnos la orden.

-Yo solo quiero un té. A la señorita tráigale un almuerzo bien repotenciado. - el chico anota, y se retira.

Estoy nerviosa, ahora pensando con racionalidad, creo que metí la pata durísimo. Geoffrey me está viendo con intensidad, como buscando en su mente cuantas veces me ha visto. Niega con la cabeza –Lo siento te estoy observando mucho, es que creo que te he visto en otro lado. Lo juro-

-Tengo un rostro muy genérico-

-No creo, tienes una mirada tan dulce, tan llena de...nobleza que recordaría con exactitud. –trago grueso al escuchar esa frase-¿Cómo era tu nombre?, disculpa, soy malísimo recordando nombres-

-Eli- dije rápidamente.

-Eli...- repite susurrando. Está examinando a detalle mi rostro - ¿Por qué llorabas, Eli?

-Problemas personales- Por un demonio, ahora se está poniendo en plan interrogativo. Maldita sea con mis ganas de comer. Por eso no hay que tomar una decisión con el estómago vacío.

-¿Siempre eres así de responder con pocas palabras?- pregunta sonriendo, tiene linda sonrisa se le hacen hoyuelos en las das mejillas cuando lo hace.

Suspiro y suelto – Solo lloraba porque ...pensé que podía merecer amor. Muy ingenuo de mi parte- no se porque me dio ese ataque de sinceridad con él, no me da mala espina y ya estoy harta de fingir algo que no soy.

-Eli, eres muy profunda. Me gusta eso de las personas- su mirada brilla al decirlo, le dedico una sonrisa corta

Llega la comida, mi estómago ruge al ver la bandeja de huevos, pan tostado, tocino, tomates fritos, tostada y granos fritos. La boca se me hace agua de lo delicioso que se ve este plato, empiezo a comer como una salvaje, en serio tenía mucha hambre. Agarro un poco de frijoles, lo unto en mi pan para darle un mordisco, tomo otro poco de pan y lo aplasto por la yema blandita de los huevos, pico el tocino y lo paso por los tomates fritos. Cierro mis ojos, cada bocado es la misma gloria, es como tocar el cielo.

Cuando abro mis ojos, la mirada de Geoffrey es divertida, podría decirse que es tierna. Él acerca su mano a mi rostro y pellizca a mi nariz. Trago grueso, me sonrojo por el contacto tan inesperado. Él me sostiene la mirada con sus cálidos ojos los cuales se centran en mí con aire galante. Jack es un hablador, Geoffrey no parece un enemigo.

Geoffrey es guapo, cabe destacar. Pero no tan guapo como el idiota de Reynols. Es el tipo de chico de ojos tiernos, amigable sonrisa, de personalidad agradable el cual deseas como un buen amigo. En cambio, el idiota de Reynols, es el tipo de chico con el que deseas besarte todos los días. Él muy maldito besa bien.

No quiero ser descortés, él solo pidió una taza de té y yo estoy aquí comiendo como una cerda. Me decido por pinchar un tocino y ofrecerle. Él parece sorprendido y comienza a reírse a carcajadas

-Nonono, tranquila. No es necesario que hagas eso. Come tú. -

-Come- digo demandante.

-Eres muy graciosa, pero yo no quiero, yo. -

-Come- digo interrumpiéndolo

Él se ríe negando con la cabeza, para luego tragarse completo el pedazo de tocino que tengo en el tenedor de plata. –Eres muy mandona.

Jack y EloiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora