48.Más historias del pasado.

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Narra Logan Lerman.

Miedo. Es el primer sentimiento que percibo al escuchar los gritos desgarradores de Bianca a mi lado. Estoy desorientado, mi instinto actuó antes que mi cerebro y me levanté de la cama de un salto para luego tambalearme debido a que sigo medio dormido.

—¡Logan!

Parpadeé, siendo consciente de que algo malo estaba pasando y me giré a verla. El sueño se me quitó de golpe cuando noté el mar de lágrimas, su cara retraída por el dolor y su mano derecha apretándose el abdomen. Corrí a su lado de la cama y me arrodillé frente a ella, obligándola a verme a la cara.

—¿Qué ocurre? ¿Qué te duele? Bianca, responde algo por favor.—hablé bajo pero con angustia, ella seguía llorando sin control.

Tendré que llevarla al hospital, quizás sea una gastritis y es la primera vez que le da, por eso le da tanto miedo. Sin embargo, cuando le retiro las sábanas para levantarla, veo algo que cambia por completo mi pronóstico.

Sangre. Mucha sangre.

Respiré profundo y posé mis manos en las mejillas. Ella me miró, estaba aterrada y tamblando.

—Respira conmigo.—tomé el control y la guié en la respiración para calmarla. Bianca hacía su mayor esfuerzo por seguirme el ritmo, pero seguía retorciéndose de dolor.—No pasa nada, eres fuerte. Ayúdame a cambiarte y vamos al hospital.

—Logan... Duele mucho.—gime entre llagrimas.

—Lo sé, amore. Necesito que resistas un poco más y te prometo que el dolor acabará pronto.

Es la primera vez que hago una promesa en vano, pero es lo que se me ocurrió para tranquilizarla, que ella piense que nada malo está pasando, cuando en realidad todo se me está viniendo abajo. Sé que el dolor no va a terminar cuando salgamos del hospital, pero debo mantenerme firme y centrado. Debo protegerla.

El malestar continúa, esta vez, va corriendo al baño a vomitar sin control. Me quedo detrás de ella, atando su cabello en una cola y sujetándola de la cintura en caso de que se desvanezca en el suelo. Está sumamente pálida. Deja de vomitar un minuto y vuelve a tener arcadas. Este síntoma si me preocupa, no debería estar vomitando tanto.

—Toma tu tiempo, voy a estar aquí.—murmuro.

Quise sobarle la espalda, pero retiró mis manos de su cuerpo sin dejar de devolver su estómago. Supe que ya no podía más cuando se desplomó sobre mí. La levanté con cuidado ya que podría marearse y sola comenzó a enjuagarse la boca.

—La cabeza me palpita.—logra pronunciar, apoyando la cabeza en el lavamanos.

—Eso no es normal.

—Nada en esta madrugada es normal, Logan.—suspira. Abrió el grifo y se echó agua fría en la cara.—Me duele todo.

La ayudo a ponerse ropa limpia y yo me pongo una camisa gris. El viaje hasta el hospital era silencioso, solo podía escuchar los quejidos de mi novia. Tomé su mano y la apreté, transmitiendole todo mi apoyo y, al mismo tiempo, dándome apoyo a mi mismo para no lanzarme a llorar con ella.

En emergencias nos reciben dos enfermeros que ponen a Bianca en una silla de ruedas y la llevan al triage para examinarla. Ella no me suelta la mano en ningún momento y me lleva con ella, pero los enfermeros me piden que me quede afuera.

—Él tiene que estar conmigo.—exige Bianca sin parar de llorar. Me miró.—No me dejes sola, por favor.—me suplica.

Me mata verla tan vulnerable, tan desorientada.

Los enfermeros me miran y sé que debo hacer algo para que ella coopere con el chequeo. No quiero dejarla sola sabiendo que puede recibir la noticia incluso antes que yo, pero no me quedan opciones.

La pajua de Bianca | Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora