002 (E)

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Apenas llegó al lugar que Beomgyu llamaba hogar, Yeonjun supo que no le mintió a Wonchul al decir que podía destruir toda su vida con un chasquido de los dedos. El chico tenía plata, dura y fría plata.

Desde el inicio, subieron por un elevador privado que los llevó hasta el lobby en el piso cuarenta, el penúltimo piso de todo el edificio, revelando que vivía en un penthouse de lujo. Las ventanas eran enormes, los techos altísimos y los pisos tan blancos que Yeonjun no estaba seguro de ser digno de poner un pie adentro. Visualmente minimalista, la paleta de colores fríos parecía sacada de una revista de diseño de interiores, de esas que le mostraban a los pobres todo lo que jamás podrían tener. El maldito departamento incluso olía a diamantes.

ㅡVe avanzando, voy a darme una ducha ㅡavisó Beomgyuㅡ. Necesito tirar estos zapatos arruinados a la basura.

Aquel comentario ni siquiera registró como descabellado para Yeonjun, quien solo asintió mientras Beomgyu se excusaba. Tardó varios segundos en recordar que también debía dejar sus zapatos por la entrada, y apenas lo hizo, avanzó con cautela, impresionado con cada uno de los detalles con los que se encontraba.

Tras cruzar el lobby, llegó a la sala, iluminada por un candelabro moderno y decorada con el número preciso de plantas de interior para un toque de color sin traspasar hacia el territorio de una jungla. El amplio sofá central, que parecía no haber sido tocado ni siquiera con un solo dedo, daba hacia las ventanas, que cubrían desde el techo hasta el suelo. Era allí donde estaba la verdadera magia, la vista de la ciudad desde el piso cuarenta.

En su exploración, le echó un vistazo a la cocina con encimeras de grafito, al comedor rodeado de cristales y vinos, al estudio lleno de tecnología cara, y al... ¿cuarto de sauna? No tenía idea de lo que era esa pequeña habitación, pero lo guió hacia la piscina exterior. Así, descubrió que el penthouse tenía una terraza, donde descansaba la piscina turquesa con jacuzzi incluido.

Ni siquiera al leer las mejores novelas eróticas basadas en casas de multimillonarios había imaginado un departamento así de lujoso.

Asumía que las habitaciones estaban en el segundo piso, junto con un millar de lujos de los obscenamente ricos que desconocía, pero no quería subir sin antes haberlo consultado con Beomgyu. Así, terminó por sentarse a esperar en la sala, ocupando uno de los sillones personales cerca de la ventana. Su trasero jamás había sido acogido con tanta gentileza antes de posarlo sobre aquel material, probablemente seda y algodón.

Aún estaba admirando la vista de la ciudad cuando Beomgyu llegó a su encuentro, cubierto únicamente con un albornoz blanco que seguramente costaba más que varios de sus sueldos.

ㅡ¿Y? ㅡSe colocó en frente suyo, logrando que la vista sea incluso más bellaㅡ. ¿Qué piensas de mi humilde morada?

La elección irónica de adjetivo para describir el penthouse relajó a Yeonjun, dejando que se sintiera un tanto más cómodo a pesar del entorno intimidante. Soltó algo entre un bufido y una risotada, separando las piernas para ocupar más espacio.

ㅡEstá bonita, nada extravagante ㅡcomentó, atreviéndose a bromearㅡ. ¿Pero qué te hizo creer que no te robaría si me traías aquí?

ㅡTe veías muy buenito como para ser un ladrón, aunque seas un ordinario ㅡdijo Beomgyu, subiendo a su regazo con una sonrisa adorableㅡ. Además, no creo que quieras que arruine tu vida entera, ¿o sí?

ㅡNo hay mucho que puedas arruinar ㅡle recordó Yeonjun, deslizando las manos por su cintura para sostenerloㅡ. Excepto mi trabajo, quizás, pero no me im-

Beomgyu prefirió silenciarlo con un beso, atrayéndolo a sus labios al colocar ambas manos sobre sus mejillas. Era no-tan-sorpresivamente dominante besando, pues sabía cómo mover su lengua para hacerle suspirar, cuándo ser rudo al meterla en su boca y cuándo ser suave al delinear sus labios.

st. geneviève ; yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora