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Hacia el final de su primera semana en St. Geneviève, Yeonjun estaba tan agotado que un solo vaso de café no surtía efecto para mantenerlo alerta. Lo que creyó que sería una mejora de su trabajo como editor se convirtió en una pesadilla, no porque no le gustara dictar clases, al contrario, sentía que tenía un impacto mucho mayor que cuando era editor, pero...

Beomgyu.

Cada vez que se cruzaba con él, apartaba la mirada de inmediato, por temor a que un mínimo de contacto visual lo delatara. Cuando escuchaba la puerta de su oficina, se tensaba imaginando que sería él quien entraría. Cuando participaba en clase, su corazón se aceleraba por temor a que dijera algo fuera de lugar para distraerlo...

Pero nunca lo hacía. Ni siquiera se comportaba de una forma particularmente provocadora o disruptiva, simplemente seguía con su vida escolar regular. Actuaba como se supone que Yeonjun quería que actuara, como un alumno más, al que le valía muy poco lo que hiciera su profesor de literatura en su tiempo libre.

Y, en teoría, así debían ser las cosas. Se supone que eso era exactamente lo que quería. Yeonjun dictaba sus clases, Beomgyu estudiaba, y ambos fingían desconocerse fuera del perímetro del colegio.

En la práctica, Yeonjun era más débil de lo que le gustaría admitir. Sabía que estaba mal, que él mismo había sido el adulto responsable que puso el pare en su relación y que Beomgyu jamás se arrastraría por él ni por otro hombre, pero eso no impedía que siguiera fantaseando sobre lo que hubiese pasado si es que nunca le hubiese dicho que no ese primer día...

Por las noches, sus dedos no dejaban de picar hasta que tomara su celular y le escribiera de nuevo a Beomgyu. Llevaba días sin responder sus mensajes del lunes, y creía tener suficiente dignidad como para no ser de esas personas que enviaban cien mensajes insistentes... pero no la suficiente como para escribir los mensajes y borrarlos antes de enviarlos.

"Hey, lo siento. Sé que dije que
no debíamos continuar con lo
nuestro, pero no dejo de pensar
en ti. ¿Es muy perturbador si te
digo que me retracto? ¿Que no
me importa que seas mi alumno,
que igual quiero cog"|

Borró el mensaje antes de enviarlo de casualidad, suspirando. Tan solo escribir esa última oración hizo que se le pusiera la piel de gallina, porque nadie quería ser el raro en decir "ah, sí, quiero cogerme a mi alumno".

En cambio, le escribió a su amiga Mihyun para preguntarle si quería recuperar la cena perdida de cierto tiempo atrás, invitándole a cenar el sábado. Por suerte, aceptó, así que logró distraerse por unas cuantas horas.

Las clases que Yeonjun tenía con Tercero A eran los martes a primera hora y viernes antes del almuerzo, lo que extendía su tortura durante toda la semana. Ese viernes, al igual que el martes, Beomgyu abandonó el aula sin siquiera pestañear en dirección al escritorio docente, lo que decepcionó a Yeonjun.

Dejando que su corazón se marinara en partes iguales de dolor y anhelo, mantuvo la mirada sobre la puerta tras la partida de Beomgyu, imaginando un escenario en el que, apenas toda el aula se vaciaba, regresaba, con una sonrisita arrogante en el rostro y la actitud desafiante de siempre. Quería que cerrara la puerta, que lo provocara con sus palabras y terminara por sentarse en su regazo, porque era solo un triste y débil pervertido que quería que su alumno lo mirara como un objeto de deseo, como antes.

Su fantasía se quebró cuando escuchó un carraspeo y se vio obligado a alzar la mirada hacia otro estudiante.

ㅡHola, Soobin ㅡsaludó, sonriendo, ya que lo apreciaba como alumno, porque era uno de los pocos que mostraba capacidad crítica y ninguna chispa de una actitud condescendiente. Buscó regresar al modo serio, ajustando sus lentes.

st. geneviève ; yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora