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—De verdad no quería molestarte — Ash se escuchaba apenado — Sé que debes estar tomándote todo con calma.

Me dejé caer en el sofá.

—No me interrumpes, lo sabes — Respondí de forma sincera — Gracias por llamarme, aún si fue solo por insistencia de Misty.

Ash bufó desde el otro lado de la linea.

—Yo también quería saber cómo estabas — Musitó — No lo hice solo por Misty.

Me reí.

—Lo sé.

Hubo unos segundos de silencio entre los dos.

Seguramente Ash quería preguntarme muchas cosas, hacía mucho tiempo que no tenía una conversación larga y tendida con él, así que decidí tomar su llamada a sabiendas de que era el momento perfecto.

—¿Cómo lo llevas? — Preguntó él primero — ¿Te gustan tus sesiones?

Me recargué en el respaldo.

—Si — Dije — Elizabeth no se parece en nada a mi antiguo terapeuta.

Ash suspiró, aliviado.

—Me da gusto saber eso —Escuché su voz apagarse y después, tomar una bocanada de aire — Oye May ¿Cómo fue que...?

Fingió aclararse la garganta, dándome a entender que estaba tratando de ser lo más sutil posible con sus preguntas.

—Perdón, no quiero ser entrometido — Dijo al final.

Las personas que no conocían a Ash solían pensar que era demasiado imprudente, y aunque ocasionalmente sí que lo era, había demostrado ser muy comprensivo cuándo había que serlo.

—No eres entrometido, confío plenamente en ti — Le contesté.

Me removí en mi asiento

¿Cómo debería tocar el tema con él?

¿Tan solo hablar y ya?

Ash espero pacientemente hasta que decidí hablar, consciente de que el tiempo pasaba rápido y no tenía caso prolongarlo.

— En primer lugar, lamento no haberte dicho lo de la florería — Dije con sinceridad.

Diablos, ¿Por qué si solo era una llamada me sentía tan avergonzada?

—No, no, May — Habló — Mira, entiendo que es una situación delicada para ti, y lo único que lamento de que no me lo hayas dicho, es no haber estado ahí para apoyarte.

Su voz tembló.

—Ash, ¿Por qué eres tan bueno conmigo?

—Porque eres mi amiga

Ambos comenzamos a reírnos con complicidad por su respuesta.

Ash seguía teniendo esa alma tan justiciera como siempre, desde que lo había conocido creía en la fuerza de la amistad y aunque al comienzo creía que era pura charlatanería, me había dejado en claro en más de una ocasión que era fiel a nuestra amistad, de muchas maneras.

Sin duda, Ash era de las pocas personas con la que me podía permitir bajar la guardia.

—Ash, el día que hicimos videollamada, solo conté algunas partes de forma superficial, hay detalles que solo tú conoces y no podía permitirme decirlo así como así.

Se escuchó ruido del otro lado, como si estuviera moviéndose de lugar.

—Lo imaginé

Necesitaba un cambio de aire así que caminé hacía mi balcón y me senté en la vieja silla de madera, dejando que mi piel absorbiera los anaranjados rayos del atardecer, desvié la mirada hacia la calle, específicamente al portón de Drew y simplemente, hablé.

La Florería De La CuadraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora