5. T R E G U A

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—¡May! ¿Vamos?

—¿Uhm?

La voz de Phoebe me hizo volver a la realidad, estaba a mi lado, mirándome con los ojos bien abiertos, sentí que su mirada gris podía taladrar lo más profundo de mis pensamientos.

Dirigí la vista hacia abajo, tenía las manos enterradas hasta los codos en la masa, ¿Qué se supone que estaba haciendo?

Vi cosas esparcidas por la mesa de metal: Chocolate para derretir, crema pastelera, doble crema y azúcar.

Claro, estaba preparando pan de chocolate.

—Saúl acaba de mandarme un mensaje — Mi amiga volvió a llamar mi atención.

Recobré la compostura y saqué las manos de la masa, engrasé un bowl y la coloqué suavemente adentro, después lo tapé con un trapo húmedo y lo puse a lado del horno, para que la levadura hiciera lo suyo.

—Oh, ¿Y acaso hablas mucho con él últimamente? — Pregunté con picardía, tratando de bromear.

Ella alzó los hombros, indiferente.

—Sí, pero ese no es el punto, quiere que vayamos a probar su "último intento" de chocomenta — Movió los dedos imitando las comillas — No hay clientes y es nuestra oportunidad de ir por un poco.

Saúl llevaba tiempo queriendo incorporar algo con menta en su menú, luego de varias catas, juraba que se acercaba más y más a lo que quería conseguir.

Me sequé a palmaditas con el mandil y salí hacía la barra con Phoebe pisándome los talones, había dos tazas en la barra y Rod nos esperaba con un brazo en la espalda.

—Y aquí señoritas, la nueva bebida del mejor barista de la ciudad — Dijo de forma teatral mientras se acercaba a nosotras para hacer una reverencia e invitarnos a avanzar hacía Saúl, que nos miraba con una gran cara de satisfacción.

Phoebe y yo fuimos directo a degustar un sorbo de la bebida, escuchando su explicación.

—Me tomó mucho tiempo, pero creo que logré el equilibrio perfecto entre la menta y el chocolate, me parece bastante decente — Comentó, tan serio como si estuviera en una exposición — No quería ponerle tanto saborizante y creé mi propia esencia, además, el chocolate amargo es el que mejor le queda y no sabe tan dulce.

Primero, el sabor del chocolate amargo inundó mis papilas, era tibio y espumoso, ligeramente ácido y dulce a la vez, pude sentir el sabor de la menta, como una explosión fresca en mi boca, la sensación me recordó a esos dulces que truenan en tu boca cuándo los masticas.

—¿Y bien? — Preguntó Saúl, expectante.

Intercambié una mirada grande con Phoebe, que parecía estar en el mismo plano astral que yo.

—Está delicioso — Atiné a decir — Fue una bomba de sabor, no está tan dulce y deja ese fresquito en la garganta... ¿Sabes qué creo? Que un panqué de nuez le vendría de maravilla, no, no, ya sé.

Traté de ordenar mis pensamientos.

—Mejor uno de vainilla y chocolate, la nuez opacaría el sabor de la menta y la vainilla lo mantendría en balance.

La puerta se abrió en medio de mi explicación.

Como acto reflejo todos volvimos la vista hacía la entrada, en dónde estaba ingresando un grupo de cinco personas, entre las cuáles, muy para mi desgracia, se hallaba esa conocida cabellera verde.


"El otro día noté algo curioso, ¿Quieres decirme porqué das tanta vuelta para llegar a tu edificio? Es una costumbre muy extraña"

La Florería De La CuadraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora