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En realidad, la situación era bastante cómica.

No tenía derecho de burlarme de Drew desde aquella vez que había usado mi cocina porque ahora, era yo la que estaba utilizando su horno porque me había quedado sin gas luego de tomarme un poco más del tiempo debido en la ducha.

Menos mal que él ya había terminado de preparar la comida o de otro modo, solo nos hubiéramos estorbado el uno al otro.

Drew estaba en la sala, haciendo quien sabe que cosa, no quise saberlo cuándo llegué porque preferí concentrarme en terminar mi pavlova para que los sabores pudieran concentrarse mejor.

Tenía puesta una falda, medias y unos zapatos bajitos de color negro, una camisa de manga larga café y quise tener un aspecto más sofisticado recogiendo mi cabello en una coleta baja.

Dejé de batir mi merengue y comprobé que estuviera brilloso con la luz de la cocina, lo moví a los lados para comprobar su firmeza y porosidad, luego, comencé a incorporarlo en una duya y sujeté la charola que ya tenía preparada con papel encerado.

Comencé a hacer un círculo de unos veinte centímetros de circunferencia, redondeando los bordes para que tuviera una suave forma en olanes.

Hice tres pisos y los metí al horno.

En otro recipiente, batí la crema junto al azúcar glas y un poco de ralladura de limón para el relleno.

—Prometo que lavaré todo — Dije alto, esperando que Drew pudiera escucharme por encima del sonido de la batidora.

—Lavarás también los que usemos en la cena — Contestó

Refunfuñé ante la idea

En realidad, su sugerencia era lo menos que podía hacer después de que me dejara usar su cocina, pero...

—Ni lo sueñes — Respondí.

Cuándo logré la textura que quería en mi crema, la metí al refrigerador, que lucía bastante ordenado a comparación del mío, hice un poco de maniobra para hacer espacio y poder acomodar la pavovla después.

Comprobé el merengue del horno y lo saqué para que se enfriara mientras comenzaba a lavar los instrumentos que estaba usando, algunas cosas eran mías porque Drew no contaba con ellas, prefería dejar todo limpio y después, me haría cargo de lo demás al finalizar la cena.

Cuándo el merengue estuvo bien frio, saqué la crema del refrigerador, preparé todo en la mesa y sonreí con satisfacción, era momento de armarlo.

Puse un poco del relleno en la base para asegurarme de que mi pavlova no fuera a moverse, agregué mermelada de fresa encima del primer piso del merengue y la crema y lo extendí con una cuchara, luego, acomodé en círculos algunas fresas y al centro algunos arándonos y frambuesas frescas.

Comencé a canturrear suavemente, dejándome sumergir en ese mundo al que solo podía entrar cuándo estaba preparando algo. Puse más del relleno encima de los frutos y repetí el proceso hasta formar tres niveles, al final, coloqué una pequeña capa de azúcar glass y unas hojitas de menta.

Sonreí satisfecha al ver el resultado.

—Admito que luce comestible.

Me estremecí al escuchar la voz de mi vecino, había olvidado por un momento que estaba en la casa de Drew.

—¿Cuánto llevas ahí? — Pregunté

Levantó los hombros, tenía puesto su clásico cuello de tortuga negro, un pantalón azul marino y estaba usando unos zapatos obscuros.

La Florería De La CuadraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora