3. C O N M O C I Ó N

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—¿Jugo de mango o refresco? — Me pregunté en voz baja.

Pese a lo caluroso del día, la corriente de aire del refrigerador me mantenía fresca.

De forma muy conveniente, tenía un supermercado a la vuelta de la cuadra, justo en dirección a la estación de autobús que debía tomar para ir al trabajo.

Era pequeño, tenía cuatro pasillos de color crema con materia prima indispensable y una sección de verduras, carnes y bebidas en refrigeradores rojos, el lugar estaba muy bien surtido y se había vuelto mi lugar predilecto para la despensa semanal.

— Jugo — Decidí.

Mis amigos tenían las ideas más creativas para preparar bebidas y por eso siempre procuraba tener jugo en mi departamento. 

Abrí el refrigerador y tomé dos botes de un litro, los metí en mi cesta y comencé a caminar hacía la caja. 

Era una costumbre desde que había comenzado a trabajar en la panadería que nos viéramos al menos una vez cada cuatro semanas en el departamento de Phoebe, Rod, Saúl o el mío para pasarla bien. 

Por esta ocasión yo sería la anfitriona. 

Salir de fiesta o quedar en la casa de mis amigos era algo que solía hacer con Misty, Ash y Dawn cuándo todavía vivíamos cerca, así que la idea me pareció magnífica cuándo Phoebe me la propuso. 

Según Rod, la relación entre ellos se limitaba a ser meramente laboral y mi llegada, los unió para una causa en común. 

Desde entonces, nuestras fiestas me habían permitido conocerlos mejor.

Rod estudiaba turismo los fines de semana, no podía permitirse del tiempo para ir al campus por lo que tomaba clases en linea, se consideraba más bien una persona autodidacta y esa modalidad le venía bien. La primera vez que lo vi, recuerdo haberlo juzgado como un nerd, porque tenía toda la pinta, las gafas solo podía asociarlas mi hermano, pero Rod era un poco más alocado, vivía sin miedo sus emociones, perfectamente el amigo con el que podía juntarme para poner de los nervios a Phoebe.

El cabello amarrado le daba una apariencia extrovertida a Saúl, pero lo cierto es que era la única persona capaz de mantener a raya a Rod, su aprendiz. Saúl comenzó desde joven a trabajar como coctelero en bares, se pagó un curso como Barista durante dos años aún cuando su familia se lo prohibió, no lo veían como algo de lo que pudiera vivir y en tres años había demostrado que no solo era posible, si no que, además, podía dedicarse a eso de manera profesional, en la panadería destacaba un montón por su trabajo con arte del latte, Saúl era el tipo de persona que hubiera querido tener como hermano mayor, paciente y protector. 

Nunca creí ver una cabellera tan negra como la de Ash, hasta que conocí a Phoebe, al igual que yo, estudió repostería, su carácter me recordaba un poco a Misty, aunque Phoebe, había demostrado ser un poco menos explosiva. 

Sobre Miranda no conocía mucho, solo llegaba en su automóvil al trabajo, con las uñas limadas y un bolso brillante, de vez en cuando nos hablaba de sus mascotas, pero no sabíamos realmente si estaba casada o si tenía pareja, nadie se atrevía a preguntarlo porque en realidad, no era de nuestra incumbencia y ella parecía muy feliz y plena.

Salí del supermercado silbando, emocionada por los planes de ese día, llevaba un poco de comida chatarra e insumos para preparar una botana fuerte.

Cuándo llegué a la esquina de la cuadra, me di cuenta de que del otro lado de la calle, justo en la esquina, había un grupo de gente cubriendo la entrada de ese local que llevaba al menos un mes en remodelación.

Max y yo habíamos apostado para adivinar qué es lo que venderían ahí: Yo intuía que sería una tienda de dulces, ya que los muebles estaban acomodados de tal forma que creaban el espacio ideal para colocar tarros de caramelos, por el contrario, Max decía que sería una tienda de zapatos, ya que el diseño del local parecía bastante elegante para ser una dulcería.

La Florería De La CuadraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora