Prologo
Cada vez que miraba a sus hijos, Harry Styles sabía que necesitaban algo de amor maternal, por eso decidió contratar a ____ Beaumont como niñera. Al principio creyó que se habían acabado sus problemas, pero pronto se dio cuenta de que había algo que atormentaba a aquella mujer: en sus ojos se adivinaba un secreto temor... Harry se dio cuenta de que lo primero que tenían que hacer era superar lo ocurrido en el pasado para después intentar ser una familia feliz.
Capítulo 1
Harry se llevó la mano a la cabeza. Era un clásico gesto de frustración de un militar retirado acostumbrado a desprenderse de vez en cuando de su gorra. Cuadró los hombros y tomó aire, intentando mantener un tono de voz razonable. La señora Godiva consideraría una ofensa que empleara un tono marcial, pero, por otra parte, el orgullo no le permitía sucumbir a la desesperación y suplicar.
—Intentemos hablar de esto con calma —dijo—. Estoy seguro de que lo de meterle nieve en las zapatillas solo ha sido una travesura. Ellos no eran conscientes de... del daño que le causaban. Al fin y al cabo, solo tienen tres años.
— ¡Y jamás se les habría ocurrido hacer algo así! —replicó la mujer—. ¡Wendy está detrás de todo esto! Les ha ordenado a esos bribonzuelos que me metieran nieve en las zapatillas porque esta mañana la he castigado por negarse a comerse las ciruelas
—A Wendy no le gustan las ciruelas pasas, señora Godiva. Le he pedido una y otra vez que no la...
— ¡Las ciruelas pasas son excelentes para los niños! —insistió la niñera—.Y si usted me dejara aconsejarle, nos habría ido mucho mejor, pero, al igual que su hija, no atiende a razones. Pues bien, su hija no solo ha convencido a sus hermanos para que me llenaran las zapatillas de nieve, sino que me ha llamado en medio de la noche sabiendo que me pondría las zapatillas confinada ente y que... —el labio superior comenzaba a temblarle de indignación.
Harry inclinó la cabeza sintiendo un dolor sordo detrás de los ojos. Indudablemente, la señora Godiva tenía razón. Todo el mundo sabía que los pies fríos eran una cruz para Godiva, pero a los gemelos jamás se les habría ocurrido aquel acto particular de venganza. No, aquella travesura tenía el inconfundible sello de Wendy.
— ¿Y no podemos olvidarlo?
— ¡Por supuesto que no!
—Estoy seguro de que no volverá a ocurrir.
— ¡Ja! Usted no tiene ningún control sobre esos niños. Me resulta incomprensible que un hombre con su experiencia de mando pueda permitir que tres bellacos conviertan esta casa en un caos.
—Señora Godiva, los niños perdieron a su madre hace solo dieciocho meses.
— ¡Y desde entonces usted ha perdido siete niñeras!
—Seis —la corrigió bruscamente.
— ¡Siete! —replicó, inclinándose para agarrar las asas de sus bolsas—. Puede enviar mi salario a la dirección de mi hermana —y sin más, dio media vuelta, giró el picaporte y se marchó en medio de la noche.
— ¡Señora Godiva! —gritó Harry tras ella—. ¡Por lo menos espere hasta mañana por la mañana!
Su súplica no tuvo efecto alguno. En cuestión de segundos, Harry oyó el ruido de la puerta de un coche al cerrarse seguido por el sonido de un motor.
Cerró la puerta lentamente, resistiendo la necesidad de apoyar la cabeza contra ella y gemir. Pero aquella angustia solo duró un instante. Tras él, oyó los topetazos y susurros de tres cuerpecitos al moverse. La espalda pareció enderezársele por decisión propia al tiempo que sus hombros se cuadraban. Giró con la precisión de un soldado y escrutó los tres pequeños rostros que asomaban por la esquina del vestíbulo.