Prologo
Cuanto mayor sea el riesgo, más apasionada será la recompensa...
El policía de homicidios, Harry Styles tenía la reputación de ser valiente y estar en control con la policía de Chicago, hasta la noche en que su temerario compañero es asesinado durante una redada. Desde ese momento, jura que nunca volverá a ser responsable de la pérdida de un ser querido.
Para escapar de sus demonios, Harry es transferido a la policía de Nueva York, con lo que se vuelve más cercano y personal con _____ Elliott, una hermosa, chica callejera estafadora, experta jugadora de billar. Temeraria y tercamente independiente, _____ encarna todo lo que Harry quiere evitar, pero cuando entra en el pub en el que él está con sus nuevos compañeros de trabajo y manda sus planes cuidadosamente trazados al infierno, Harry sabe que tiene que tomar sus riesgos, o que lo condenen.
Pero hay una conexión entre el sombrío pasado de _____ y un caso en el que Harry está trabajando que implica a un notorio criminal de Brooklyn, lanzando su seguridad al peligro. Frente a su miedo más grande, ¿Harry alejará a _____ para mantenerla a salvo, o luchará para mantenerla en sus brazos donde pertenece?
Capítulo 1
Misma mierda, diferente ciudad.
Desde el rincón más oscuro del bar O'Hanlon, Harry Styles tomó un largo trago de su cerveza de barril y miró a los hombres y mujeres empezar a unirse, retrocediendo a sus propios rincones oscuros juntos.
La amarga tormenta de nieve que tenía lugar afuera había mantenido a la gente en el interior mucho después de la hora normal de partida. Fuerte música emanaba de bocinas invisibles hasta que todos a su alrededor gritaban para ser oídos o se habían dado por vencidos y comenzado a bailar.
En la parte posterior, un grupo de hombres jugaba billar bajo una antigua lámpara, sus novias mirando desde la barra. Había pensado en unirse al juego, pero desde que había llegado una hora antes, Harry había visto dinero intercambiarse discretamente de manos varias veces. Nada nuevo en un antro como éste, pero el juego ilegal era algo que, como policía, tendía a evitar.
Tomó otro trago de su cerveza y trató de concentrarse en el debate que tenía lugar frente a él. Su primera semana como miembro de la policía de Nueva York había sido larga y tediosa. Daniel y Brent, dos oficiales que habían sido dotados con la tarea de mostrarle el oficio, lo habían arrastrado al bar para celebrar su supervivencia.
―Así que déjame ver si entendí bien, Danny. ¿Ni una sola vez lloraste delante de una chica?
Daniel exhaló un suspiro hacia el techo.
―No, Brent. ¿Por qué lloraría si estoy con una chica?
―Para mostrarle cuán emocionalmente complejo eres. ―Brent puso su dedo en su sien―. Las mujeres se vuelven locas por esas mierdas.
Daniel sonrió perezosamente en respuesta, su atención desviándose una vez más a la linda barman que pasaba.
―Cuando estoy con una chica, me encuentro un poco demasiado ocupado como para preocuparme que esté midiendo mi madurez emocional.
Durante la semana desde la transferencia de Harry a Chicago, había visto a Daniel, el negociador de rehenes, salir con y descartar al menos a tres mujeres diferentes. Brent, por otra parte, parecía más interesado en soplar mierda. Eran buenos en su trabajo, y Harry se consideraba afortunado de que el teniente Tyler, su superior en Chicago, hubiera hecho una buena recomendación de él con la Unidad de Servicios de Emergencia de la policía de Nueva York.
Con el recordatorio de su casa anterior y de su puesto en el cuerpo de policía de Chicago, Harry apuró su cerveza y le hizo una seña al camarero para pedir otra. No debería beber para olvidar la razón por la que había dejado Chicago, pero se había convertido en una costumbre en los últimos tiempos. Una que necesitaba conseguir controlar pronto. Pero no esta noche.