La Guarida del León

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Prologo

 La aristócrata empobrecida _____ Vernaducci provocaría a la mismísima muerte para rescatar a su hermano encarcelado.

Aunque el miedo oprimiera su corazón, ella desafiaría la embrujada y maldita guarida del león: el amenazante palazzo del legendario y letal Harry Styles.

Capítulo 1

El viento silbaba por el estrecho paso, cortante y frío, atravesando su capa raída. _____ Vernaducci arrebujó su cuerpo tembloroso en su larga capa revestida de piel y miró con desasosiego las elevadas paredes de piedra que ascendían abruptamente a lado y lado. No era de extrañar que el ejército del don jamás hubiera sido derrotado en combate. Imposible escalar aquellas terribles paredes que ascendían como si estuvieran cortadas a pico, como torres que se elevan hacia las nubes.

En su interior _____ sentía acechar una sombra, la impresión de un peligro. Y esa impresión no había dejado de reforzarse en las últimas horas de viaje. Ocultó la cabeza entre la crin de su montura en un intento por protegerse del viento implacable. Su guía la había abandonado horas atrás, y ahora debía espabilarse ella sola en aquel estrecho y tortuoso sendero. El caballo estaba nervioso, sacudía la cabeza, y saltaba inquieto a un lado y a otro, dando claras muestras de que deseaba echar a correr. _____ tenía la sensación de que alguna criatura estaba siguiendo sus pasos, fuera de la vista. De vez en cuando oía un gruñido, casi una tos..., un sonido extraño que jamás había oído antes.

Se inclinó hacia delante y susurró con suavidad palabras tranquilizadoras al oído de su montura. Su yegua estaba acostumbrada a ella, confiaba en ella, y aunque su cuerpo voluminoso temblaba, el animal hizo un valiente esfuerzo por avanzar. Partículas heladas salpicaron a caballo y jinete atravesando la piel como abejas furiosas. El caballo se estremeció y se movió con nerviosismo, pero avanzó estoicamente.

A _____ la habían avisado en numerosas ocasiones del peligro, de la presencia de bestias salvajes que merodeaban por los Alpes, pero no tenía elección. En algún lugar, allá delante, estaba el único hombre que podía salvar a su hermano. Lo había sacrificado todo para llegar hasta allí y ahora no pensaba echarse atrás. Había vendido todo cuanto tenía de valor para encontrar a ese hombre, había entregado el dinero que le quedaba al guía, y había pasado los dos últimos días sin comer ni dormir. Pero lo único que importaba era encontrar al don. No tenía ningún sitio a donde ir; tenía que encontrarlo y conseguir una audiencia con él, por muy escurridizo, por muy peligroso y poderoso que fuera.

Las gentes del don, tan leales que se habían negado a ayudarla, le habían advertido que se mantuviera alejada. Sus tierras eran inmensas, vastas sus propiedades. En pueblos y aldeas se hablaba entre susurros de él, el hombre a quien acudían buscando protección, al que temían por encima de todos los demás. Su reputación era leyenda. Letal. De él se decía que era intocable. Los ejércitos que habían intentado avanzar sobre sus propiedades habían quedado sepultados bajo la nieve o por desprendimientos de rocas. Sus enemigos perdían la vida de forma instantánea y brutal. Y, sin embargo, _____ había persistido a pesar de las advertencias, de los accidentes, del tiempo, a pesar de todos los obstáculos. No pensaba volver atrás por mucho que le aullaran las voces en el viento, por muy gélida que fuera la tormenta. Tenía que ver a ese hombre como fuera.

_____ miró furiosa al cielo.

—Te encontraré. Tengo que verte —declaró desafiándolo con firmeza—. Soy una Vernaducci.

¡Nosotros nunca nos rendimos!

Aquello era una tontería, pero estaba convencida de que el amo del gran palazzo tenía el poder de gobernar incluso el tiempo, y que era él quien estaba arrojando todos aquellos obstáculos en su camino.

Adaptaciones Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora