Prologo
Harry Styles había sido su héroe desde que la había rescatado de adolescente, cuando era una huérfana sola y perdida. _____ Godrey había amado desde el primer momento a aquel misterioso granjero texano de ojos oscuros, su ángel protector. El tiempo había pasado y ella se había convertido en mujer. Sin embargo, ¿sería capaz de espantar a los fantasmas que se interponían entre ellos? ¿Podría demostrarle a Gabriel que el suyo era un amor verdadero?
Capítulo 1
Las lágrimas le impedían sentir en los ojos el polvo de la carretera. _____ Godfrey había vuelto a tener una discusión con su madrastra.
Roberta estaba empeñada en vender todo lo que había pertenecido a su padre. Solo habían pasado tres semanas desde su muerte. Aquella horrible mujer había querido enterrarlo en un ataúd de pino barato, sin flores, sin una misa en su nombre. Pero, enfrentándose al mal carácter de su madrastra, _____ había buscado ayuda en el director de los servicios funerarios.
El amable hombre, amigo de su padre, le había explicado a Roberta que, en la pequeña comunidad de Comanche Wells, sería considerado una falta de respeto ignorar la última voluntad de Alan Godfrey de ser enterrado en el cementerio de la iglesia metodista, junto a la tumba de su primera esposa.
También, había señalado que el dinero que Roberta iba a ahorrarse sería una cantidad muy pequeña, comparada con la ofensa general que provocaría. Si planeaba seguir viviendo en Jacobs County, muchas personas le cerrarían sus puertas.
A Roberta le había irritado su comentario. Sin embargo, era una mujer astuta y había adivinado que no jugaría a su favor enojar a la gente, cuando tenía tantas cosas que vender en el mercado local, incluido el ganado que había pertenecido a su marido.
Así que había claudicado, sin ninguna elegancia, y había dejado los preparativos del funeral en manos de _____. Pero se había tomado su venganza. Después del funeral, había recogido todos los objetos personales de Alan mientras _____ había estado en el colegio y los había tirado a la basura.
_____ había roto a llorar al enterarse. Aunque, en cuanto había visto la malvada sonrisa en labios de su madrastra, se había secado las lágrimas de inmediato.
Dos semanas después del funeral, el sacerdote del pueblo había ido a visitarlas en su viejo descapotable rojo. No era un coche muy típico de un clérigo, había pensado _____. Aunque el reverendo Blair no tenía nada de típico.
_____ lo había hecho pasar y le había ofrecido café, que él había rechazado con educación. Roberta, curiosa por ver quién era, había salido de su dormitorio y se había quedado petrificada al ver a Jack Blair.
El sacerdote la había saludado. Incluso, había sonreído. Había dicho que habían echado de menos a _____ en misa durante las últimas dos semanas. Y que había querido asegurarse de que todo estaba bien. _____ no había respondido. Roberta había bajado la cabeza con gesto culpable. Entonces, el reverendo había proseguido, señalando que se rumoreaba que Roberta no le permitía asistir a misa. Había sonreído al decirlo, aunque algo en sus ojos azul claro había resultado helador. Había sido la misma mirada peligrosa que Roberta había visto en algunos de los hombres con quienes su padre había jugado en los casinos de Las Vegas.
—Claro, nosotros no creemos que el rumor sea cierto —había puntualizado Jack, sin dejar de sonreír y de mirarla fijamente—. No lo es, ¿verdad?
Roberta se había obligado a sonreír.
—Esto... claro que no —había negado la mujer, y había soltado una risita nerviosa—. _____ puede ir adonde quiera.
—Igual le apetece acompañarla —había sugerido Jack—. Nuestra congregación acoge a los nuevos miembros con los brazos abiertos.