-Camilo Grimaldi-
La observaba de lejos. Era lo único que podía hacer porque con acercarme otra vez no lograba nada: solo actuar como un imbécil. Desde que la vi por primera vez he sido un idiota con ella. No quería ser así, pero era imposible ser amable y menos cuando empezó a actuar repugnante.
No la culpo. Fue mi falta.
Ella se veía como una buena chica y yo desperté ese lado repleto de hastío en ella. Y lo peor es que lo seguía arruinando. Hablaba sin pensar, porque sí: creí que ella era una interesada. No sé qué carajos pasó por mi cabeza para decírselo a la cara. Más bien, no sé qué carajos ha pasado por mi cabeza desde que la conocí porque desde ese entonces solo la he estado hiriendo.
Ella no tiene la culpa de mi pasado. Es una persona diferente, o eso me ha demostrado. Pero aún así me encuentro dañándolo todo... hasta su relación con aquel imbécil.
Lo cual, siendo sincero, no me molesta en lo absoluto.
— Ciao amore — (Hola amor) el gentil tacto de unas manos femeninas al rededor de mi cuello me hicieron estremecerme en mi lugar
Giré un tanto mi cuerpo topándome con Sofía. Una peli-negra guapísima de cuerpo deseable con la cual he tenido sexo un par de veces... pero solo eso.
No hay nada más. No hay amor.
Había olvidado por completo que había invitado gente.
Desde que Vanessa llegó el ambiente había estado bastante tenso y creí que, tal vez, si invitaba más personas ella se sentiría mejor. Pero no.
— Quanto guardi? — (¿Qué tanto miras?)
No dije nada y la tomé de la mano para llevarla hasta donde Vanessa. No le iba a hablar, solo me senté más al frente de ella, con Sofía y los demás.
¿Cuál era mi intención?.
Sencillo.
Un juego.
Ese típico juego que se hace en muchas fiestas y que lo hemos hecho varias veces aquí. Normalmente yo no participo en ellos porque los encuentro estúpidos, y lo son. Pero tal vez, de esta forma, conseguiría saber un poco más de Vanessa ya que aparentemente era incapaz de mantener una conversación con ella sin ser una total basura.
Mi amigo Carlos se volteó y a gritos llamó a mis hermanos y a las otras dos chicas, pero la latina no movió ni un músculo. Se veía nerviosa y no era difícil adivinar por qué. Algo había pasado con Leonardo y no podía evitar preocuparme.
No cuando sabía cómo era él.
— Giochiamo: "vero o obbligo" — (Juguemos: "reto o verdad") propuso Carlos mientras que todos los demás asentían, menos ella
Aunque claro, seguramente no entendía mucho. Me moví un poco y la miré. Planeaba invitarla a jugar, pero Sofía se me adelantó.
— Are you going to play or not? — de todos nosotros, la peli-negra era la única que no sabía una pizca de español a pesar de que nuestro idioma –al igual que el español– era derivado del latín
Vanessa se puso de pies y dio unos tres pasos hasta donde nosotros. Por primera vez su mirada era fría y por unos segundos, sentí que era por mí y no por lo que sea que estuviera pasando con aquel psycho.
— Jódanse — chasqueó la lengua, me dio una última mirada y desapareció por las escaleras
Actué normal aunque por dentro estaba súper impresionado. Carlos, Adrián, Giovanni, Massimo, Stella y Marena se echaron a reír mientras que Sofía los miraba confusa ya que no había entendido lo que Vanessa dijo. Tenía agallas y eso me gustaba. Era una chica brava. Jamás había conocido una así.
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ᴍᴇ ᴄᴀᴇ ʜᴏʀʀɪʙʟᴇ, ᴘᴇʀᴏ ᴇꜱ ʟɪɴᴅᴏ
RomanceDecidida a pasar un año con su abuela en Naple, Vanessa conoce una familia adinerada de italianos cuyos hijos poseen el don de hacerla enojar con facilidad. Ya no hay vuelta atrás; tendrá que lidiar con ellos. En especial con él.