Capítulo 40

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Resultaba que la susodicha pelirroja que había arruinado mi momento con Camilo había sido Stella: una de sus amigas. No estaba molesta con ella ni nada por el estilo ya que no fue su culpa, pero de todas formas se disculpó con ambos como cinco veces en lo que restó de la noche.

Tuve que ser llevada a casa por Massimo y Bianca ya que mi querida cita bebió hasta por los ojos, siendo incapaz de poder guiar hacia su hogar –se quedó a dormir con Giovanni–. Pero estaba en buenas manos, pues era su mejor amigo así que no tenía nada de qué preocuparme.

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Hablaba por teléfono con Bianca ya que hoy iríamos a la playa con los demás a celebrar el 4 de julio, y queríamos que Beatrice estuviera presente. Justo como predije, cuando la rabieta se le pasó a la rubia vino buscándonos, pero aún así no se atrevía a dar cara y menos a la familia Grimaldi.

Dante estuvo pendiente a ella en estos días y según lo que la mayor de las tres nos contó, ni por más mala que fuera con él, se largaba. Era admirable... creo. Él estaba dispuesto a ayudarla en todo y eso me parecía lindo de su parte ya que no todos son como él. Aún así, la obligaríamos a asistir sí o sí. Su otro issue era su barriga la cual aún seguía plana ya que apenas llevaba dos semanas de embarazo –palabras de su doctor–, pero la chica se ahogaba en lágrimas falsas diciendo que se sentía más "llena".

— Hola, hola alegría —

Solté un brinco al escuchar la voz de Massimo a mis espaldas para luego lanzarle con algo que no fuera mi celular. Le mostré que hablaba con la chica por la cual era simp –como él decía mucho– y así se entretuvo hasta que me coloqué mi traje de baño: hablando por llamada con Bianca.

— Bueno negrita, termínese que yo ya estoy lista y tenemos que pasar por usted y por la futura madre de un mini Grimaldi — le sonreí tontamente y colgué sin que ella pudiera despedirse

Me despedí de los abuelos quienes pronto saldrían para otra junta –también de mis hombres guapetones– y me monté en la guagua de Massimo. Claramente pasamos por su date primero así que me moví a los asientos traseros para que pudieran estar juntos. Al cabo de los minutos terminamos frente a la casa de Beatrice. Massimo tocó bocina dos veces, pero como nadie salía Bianca y yo comenzamos a llamarla a gritos.

Obviamente salió y no se vería para nada contenta. Yo reí. Su semblante aborrecido me provocaba gracia.

— Que lindo verte sonreír — solté una vez ella se montó

— No me hagas golpearte, Vanessa — gruñó y se cruzó de brazos — Todos ustedes se ven tan bien en sus trajes de baños — volvió a quejarse

Rodé mis ojos. Ni siquiera se notaba lo que traía puesto y claramente era un traje de baño entero porque me rehusaba a dejar expuestas mis marcas.

Que eso me hace pensar... ¿cuándo le diré a Camilo?.

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La playa estaba repleta de jóvenes alcohólicos y calenturientos como nosotros. No podía decir que "no" porque lo que pasó hacen dos noches en casa de Giovanni dejaría saber todo lo contrario. Bajé mi mochila con ropa limpia, bloqueador solar y todo lo demás mientras que Massimo se encargaba de bajar la nevera con refrigerios.

Caminamos por toda la arena hasta encontrarnos con caras conocidas. La rubia instantáneamente se escondió disimuladamente detrás de mí y yo, aunque no estuviera de acuerdo con lo que hace, no pude evitar acariciarle el brazo un poco para calmarla. Dejé la mochila a un lado y saludé a las chicas y chicos –meno a la zorra de Sofía–. Los Grimaldis aún no llegaban, así que le dejé saber a Trice que se podía relajar.

ᴍᴇ ᴄᴀᴇ ʜᴏʀʀɪʙʟᴇ, ᴘᴇʀᴏ ᴇꜱ ʟɪɴᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora