Mis labios temblaban y las manos me sudaban. Estaba asustada. Algo normal después de ver que el chico con el que me vi un par de veces se hallaba en medio de mi habitación.
Ni siquiera había pedido permiso para entrar.
¿Qué demonios?.
— Leonardo... — fue lo único que pude decir. Estaba aterrada ya que iba tiempo que no lo veía y la última vez que lo hice tenía una actitud horrible
Alejé mi mano de la perilla pero en ningún momento me alejé de la puerta. Todos debían estar durmiendo; no quería formar un escándalo así que le permití hablar.
— Lo que hice estuvo mal. He pensado sobre ello todos estos días en los que no te he visto y lo juro cuando digo que estoy arrepentido — tomó una bocanada de aire para seguir hablando — Pero no me gustó verte con Camilo. Bonita, él no es una buena persona. Se acuesta con todas las chicas solteras que puede encontrar y también con las que ya tienen pareja — apretó sus puños alarmándome, pero en cuanto notó mi semblante, los aflojó — Jamás te haría daño, bonita. Lo sabes, ¿verdad? —
Leo caminó hasta mí para entonces pasar la parte superior de su dedo índice por mi mejilla, acariciándola con delicadeza.
Sus palabras me hicieron cuestionarme todo, pues realmente la reputación de Camilo no era buena. Era tan fuerte que hasta en su hogar conocían el status de su segundo hijo. Él de verdad se acostaba con muchas sin importar a quién hiriera... y por eso creerle a Leonardo no era tan difícil.
Pero tampoco tan sencillo.
El tono de voz de Camilo cuando me contó la historia de Sarah fue sumamente serio. Tampoco vi algo en sus ojos que me dijera que estaba mintiendo.
— Tengo algo que preguntarte y me serás sincero... — agarré su muñeca para alejarla de mi rostro, logrando obtener toda su atención — ¿Qué pasó con Sarah? —
Su pecho comenzó a subir y a bajar de forma acelerada. Mis palabras probablemente lo habían tomado por sorpresa y seguramente, en cualquier momento, enfurecería.
— Yo te lo dije: él me la quitó — forzó una sonrisa
— Leonardo, la verdad — mi voz estaba por quebrarse. Sabía que con hostigarlo sólo lograría sacar lo peor de él, pero tenía que saberlo
— Maldición Vanessa, ¿acaso crees que miento? — rascó su nuca mientras me miraba a los ojos — Espera... ¿el idiota te dijo algo? —
Ahí fue cuando mi corazón comenzó a palpitar a toda velocidad.
— Sí — me armé de muchísimo valor para hablar — Me contó cómo intentaste llevarla a la cama a pesar de que ella no quería... — mi labio superior tembló
Soltó una risa burlesca la cual me hizo estremecerme. Me sentía patética al estar asustada por un chico como él, pero era mi primera vez viviendo algo como esto.
No sabía qué hacer.
— ¿Entonces le crees a ese pedazo de basura idiota pero no al chico que ha sido amable y honesto contigo desde el principio? — dio pasos largos hasta donde mí, haciéndome gemir de dolor cuando me pegó contra la pared con brusquedad y me tomó del rostro con su mano derecha — Te abrí mi corazón, Vanessa. ¿Y esto haces?, ¿Te gusta herir mis sentimientos? —
— ¿D-De qué habl...? — cerré mis ojos intentando contener mis lágrimas — Suéltame — hablé como pude
Leonardo me pegó más a la pared. Sentía que en cualquier momento la traspasaría de lo fuerte que me estaba empujando contra ella.
Estaba harta de seguir escuchándolo, así que me armé de suficiente valor y lo golpeé en las bolas con la mejor fuerza posible. Él me soltó y esa fue mi señal para salir corriendo escalera arriba porque la puerta corredera quedaba muy lejos, pero parece que mi patada no fue lo suficiente como para dejarlo tumbado por varios segundos más.
Me tapó la boca antes de que pudiera gritar a todo pulmón y me agarró de la cintura aferrándome a él y levantándome. Patalee par de veces mientras me preguntaba una y mil veces cómo era que había terminado en este lío.
Acepté salir con él porque me demostró ser bueno desde un principio.
Ric tenía razón.
La intención de Leonardo era sacarme de mi propia habitación. Era fácil deducirlo al ver como, de la mejor manera posible, él caminaba hasta la puerta corredera.
Una vez la abrió yo me aguanté de la esquina de la pared, logrando que así él llevara sus dos manos a mi cintura para jalarme más y dándome tiempo a gritar el nombre de Ric a los cuatro vientos.
— Maldición Vanessa — volvió su mano a mis labios, casi abofeteando mi rostro entero lo cual dolió horrible — Mantén silencio, solo quiero que sigamos hablando... ¿sí? — su intento de calmarme me puso en un estado peor
Justo cuando creí que mi grito no había sido necesariamente fuerte como para que alguien viniera a ayudarme, el estruendoso sonido de un golpe me provocó una ligera relajación. Caí de rodillas al suelo mientras que –supongo– Leo cayó al agua. Le estaba dando la espalda a la escena así que no estaba al tanto de lo sucedido. Estaba espaciada en mi propio mundo. Llena de ira contra mí misma por haber permitido que esto me pasara.
— Te voy a matar maldito imbécil — su voz hizo que saliera del trance y me girara
Por primera vez quise que me abrazara, pero sabía que en estos momentos él no era menos peligroso que Leonardo.
Camilo se lanzó a la piscina para ir detrás del pecoso quien intentó alejarse de él, mas falló. El castaño lo tomó por el cuello de su camisa obligándolo moverse hasta la orilla más baja de la piscina e ignorando los débiles golpes del contrario. No tuvo piedad y lo golpeó. Lo golpeó tan fuerte, tan salvaje y tan horrible que hasta yo podía sentir el dolor.
— ¡YA BASTA! — el grito cabreado de Ric captó todas las atenciones de los presentes y eso incluía al moribundo de Leo — Questo deve essere un cazzo di scherzo — (Esto tiene que ser una maldita broma)
Varias de las mucamas que habían salido con Ric a causa del ruido corrieron a mí como si yo estuviera casi muerta mientras que él hombre musculoso se dirigió a Camilo y Leonardo, sacándolos del agua en un brusco halón.
— Quiero una explicación por esta maldita repugnante escena y es ahora — gruñó
Camilo se mantuvo en silencio, mientras que otra persona tuvo las agallas para hablar...
— Y-Yo no hice nada. Él a-apareció y... —
No me pude resistir. No iba a dejar que se saliera con la suya y mintiera en la cara de todos... aunque nadie le creería. Aún así sentía la necesidad de hacerlo, y es que eso es lo que quería.
Me abalancé encima de Leonardo con rabia y comencé a regalarle más golpes, decorando su rostro con más sangre de la que ya tenía. No sé de dónde había sacado tanta fuerza, pero para cuando me percaté ya había sido alejada de su cuerpo. El cayó inconsciente en el suelo y yo, por más humillante que fuera, me eché a llorar en los brazos de aquella persona la cual boté de mi habitación par de horas atrás.
— Cosa ne facciamo? — (¿Qué hacemos con él?) preguntó Isabella mientras miraba el decaído cuerpo del idiota
— Su familia es bastante exitosa; no merecen que su hijo les arruine la reputación... — Ric se agachó para tomarlo estilo saco de papas — Lo llevaré al hospital diciendo que lo encontré tirado en la calle y hablaré con sus padres para que lo envíen lejos — comenzó a caminar, pero antes de subir las escaleras paró en seco — Cuídala en lo que vuelvo, Grimaldi —
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¡Que drama! Lo siento, pero tenía que hacer algo con Leonardo y, ¿qué mejor que enseñar cuan jodido de la mente está? :D.
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ᴍᴇ ᴄᴀᴇ ʜᴏʀʀɪʙʟᴇ, ᴘᴇʀᴏ ᴇꜱ ʟɪɴᴅᴏ
RomanceDecidida a pasar un año con su abuela en Naple, Vanessa conoce una familia adinerada de italianos cuyos hijos poseen el don de hacerla enojar con facilidad. Ya no hay vuelta atrás; tendrá que lidiar con ellos. En especial con él.