Capitulo 2

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La alarma del celular me despertó indicando las siete de la mañana. Pude conciliar el sueño por algunas tres horas. Mi cuerpo pesado hizo el esfuerzo de levantarse. Cuando lo logró, apagué la alarma, me alisté para ir a la escuela, salí de la habitación y caminé por el pasillo en dirección a donde supuse estaba la cocina. Me quedé paralizado a la entrada al ver a un señor comiendo cereal.

—Buenos días —dijo el señor, al percatarse de mi presencia.

—Buenos días —traté de imitar su tono calmo, pero una voz nerviosa salió de mi boca. Era obvio que aquí vivían algunos héroes de La Unión pero..., ¡¿Conocer a los dos héroes más famosos del mundo en menos de 24 horas?! ¡Aparte vivir en la torre de La Unión! Al pensarlo bien, llegué a la conclusión que estaba viviendo una fantasía. «¡Por favor, no me despierten!», pensé, pero no dije.

Dejando el drama y la emoción a un lado, examiné la situación en que estaba. El señor que desayunaba como si fuera una persona normal era Persa, un  fundador más de La Unión. Él era increíble. No creía que era increíble porque me consideraba su fan ni mucho menos, sino porque su poder era tan increíble. Además él siempre había sido el encargado de examinar a los que toman la prueba, así que lo mejor era estar de su lado.

—¿Eres el chico que Wilson trajo? —preguntó, sin quitar la mirada de su desayuno.

—Sí, un placer. Me llamo Michael pero me dicen Mikey —respondí cortésmente. El nombre de nacimiento de Persa era Marcus Johnson. Sí, es el hermano pequeño de Kyle Johnson.

—Un placer —dijo—. Marcus —se presentó aunque no había necesidad alguna. Dudaba que existiera una persona a miles de kilómetros que no supiera quién era él.

Aunque Persa no me estuviera mirando, podía apreciar sus ojos azules. Esos ojos que combinaban perfectamente con su pelo rubio, y que comparados con los ojos verdes de Champion se veían mucho más celestiales. Pero esa mirada celestial le daba una apariencia más añeja, cosa que me parecía graciosa teniendo en cuenta que Marcus, el grandioso Persa, tenía uno o dos años menos que el fuerte Champion.

No quería pasar por la cocina, pero tenía que hacerlo ya que solo pasando por allí y por la sala podría llegar al ascensor y, al fin, salir de la torre.

—Bueno, me tengo que ir — dije, mientras salía apurado hacia el ascensor. Ya eran las 7:57, el bus me iba a dejar si no me apuraba.

—Nos vemos —escuché la voz de Marcus a lo lejos mientras me acercaba al ascensor.

El ascensor era bastante grande, fácilmente podrían entrar 15 personas, pero en ese momento estaba solo en el ascensor. Me di la libertad de mirar a mi alrededor y apreciar esa grandiosa soledad. Un gran espejo estaba ubicado en el lado izquierdo y derecho del ascensor en los cuales podía ver mi reflejo. «En serio necesito un corte de pelo», pensé y luego suspiré, mientras observaba mi cabello negro, largo y descuidado. Después de mirar mi cabello, bajé la mirada y admiré mis ojos amarillos. Los había heredado de mi abuelo.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, mi visión captó una multitud. La primera planta era pública y en las mañanas siempre había muchas personas. Los turistas y locales que deseaban ver la estatua de Aquiles o que querían entrar en la zona de trofeos de La Unión compraban boletos para recibir una guía por las instalaciones. En la zona de trofeos se encontraban las armas de villanos, que siempre había dudado si son reales o no, y trajes de héroes para que las personas puedan verlos. Yo lo consideraría un mini museo, nada comparado con el Museo Aquiles.

Pasando a través de la multitud, logré llegar a la puerta. Después de respirar aire fresco, miré la hora en mi celular.

—¡Maldición, dudo poder llegar a tiempo! —vociferé, al notar que el teléfono marcaba las 8:04. Las personas a mi alrededor me miraron raro por mi lenguaje—. Lo siento, lo siento —me disculpé a las personas que me miraron con asombro. Empecé a correr, pero después de correr durante 5 minutos recordé que no tenía ni idea de cuál bus tenía que tomar. La zona en la que vivía quedaba muy lejos de mi zona actual, pero mi escuela no debería quedar tan lejos. Empecé a flotar. Al igual que mi adrenalina, mi cuerpo se elevaba más y más. Con un sonido de explosión, comencé a volar hacia donde creía que estaba mi preparatoria.

El límite de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora