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Arreglé un poco mi cabello antes de salir de la habitación pero la ronca voz del chico que aún estaba recostado en el frío colchón me detuvo.

— ¿De verdad no vas a quedarte más tiempo? Sólo necesito—

— No me interesa, no tienes dinero con el que pagar una hora más de mis grandiosos servicios así que no tengo motivos para quedarme contigo durante más tiempo —rápidamente se reincorporó y se quitó la esclava de oro que tenía en la muñeca, tenía intención de dármela pero lo detuve antes de—, no soy una casa de empeño, a mi dame el efectivo o te vas al diablo.

Salí de la habitación tan rápido como pude, ignorando los llamados del chico cuyo nombre no recordaba. El sonido de mis tacones golpear la madera retumbaba por el pasillo pero a pesar que el sonido era fuerte no podían ocultar los gemidos en las habitaciones que se encontraban a lo largo del pasillo, era algo que odiaba tanto de los moteles baratos y no podía exigir demasiado de mis clientes, la mayoría apenas si podían pagar una hora de mi valioso tiempo, mucho menos les quedaba para un motel decente. Caminé rápidamente entre los pasillos para salir de ahí lo más rápido posible pues un taxi estaba esperando por mí a unas dos calles del motel, dispuesto a llevarme al jodido burdel en el que trabajo. Aunque esta era la última noche en la que trabajaba fuera de este, no podía evitar sentirme tan enojada con JoongKi y el estúpido castigo que me había puesto por llegar tarde al burdel durante una semana, pero no podía alegar nada.

Caminé unas cuantas calles hasta llegar al taxi que había pedido minutos antes de vestirme, le di la dirección de mi trabajo y se puso en marcha sin decir una palabra más, pasaban de las cuatro de la mañana ya y estaba exhausta después de un día tan agotador como este. Había presentado examen de una materia muy importante así que no había dormido en lo absoluto por estudiar, en el bar hubo mucho movimiento así que apenas había tenido tiempo de cambiarme para mi trabajo nocturno. Una total mierda.

 Afortunadamente sólo tenía que ir a darle el dinero a JoongKi y podría irme a dormir a casa con una preocupación menos sobre los hombros. Por fin había pagado por completo la "deuda" que tenía con él así que el lunes podría volver a trabajar dentro del burdel con las tarifas altas de siempre en la comodidad de la habitación que tenía asignada y sin el miedo a meterme con personas desconocidas, porque si, el ser hermana del gran Kim NamJoon tiene sus privilegios. Para empezar, tengo libre un día a la semana ya sea sábado o domingo, segundo, no me acuesto con cualquier sujeto que se acerca al burdel, tienen que ser clientes frecuentes y por supuesto, que puedan pagar la tarifa tan alta que se asignó a mi persona. Me acuesto con clientes nuevos es verdad, pero no es tan frecuente como con otras chicas del burdel pues a NamJoon y a mí nos da miedo, digo, este es un trabajo que conlleva muchos riesgos, he conocido a algunos cretinos que son muy violentos a la hora de tener sexo y por nada del mundo pienso involucrarme con ellos, por eso NamJoon prefiere arriesgar a otras chicas antes que a mí.

Tercero, JoongKi es más paciente conmigo sobre otras chicas gracias al increíble Kim NamJoon. Ese nombre me ha salvado en innumerables ocasiones de ser despedida por llegar tarde al trabajo, abofetear algunos clientes cuando son muy rudos a la hora de tener sexo, incluso de correrlos por cretinos y arrogantes. ¡Privilegios, señoras y señores! 

— Llegamos señorita, son doce dólares. —saqué el dinero de mi billetera y pagué sin más. Bajé del taxi y entré al burdel tan rápido como mis tacones me lo permitían, mis piernas temblaban por el frío que corría en estas fechas del año. Recibí miradas de algunos clientes que se encontraban ahí pero no les presté importancia, era algo de todos los días y a estas alturas ya ni siquiera lo consideraba incómodo. Caminé hasta la oficina de JoongKi y toqué la puerta dos veces esperando el típico "pase", pero no escuché nada.

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