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La noche había estado bastante movida, me sentía adolorida y mis ojos pesaban, pero por alguna razón no podía mantenerme dormida por mucho tiempo. Eran apenas las cinco cuarenta de la mañana y yo seguía aferrada al brazo de NamJoon, quien aún estaba desnudo bajo la frazada.

NamJoon y yo habíamos hablado un poco, justo antes que se quedara dormido. Me habló sobre todo lo que pensó estos días que regresó a Ilsan, sobre lo que pensaba de la relación que manteníamos y las cosas que sentía después del sexo. Creía que era amor.

Aunque ninguno de los dos estamos seguros de que es. No es que ninguno de los dos haya tenido alguna relación amorosa en los últimos años, quiero decir, ambos manteníamos una relación con otra persona cuando nos conocimos y ninguno desarrolló nada en ese momento, pero ahora después de tanto tiempo acostándonos, no comprendíamos que sucedía.

¿Algo así como una emoción del momento? En cualquier caso dimos por concluida la conversación, afirmando que nos habíamos vuelto unos ninfómanos y por eso no podíamos permanecer tanto tiempo sin contacto el uno con el otro. Eso nos pareció mejor que creer que comenzábamos a gustarnos.  

Solté el brazo de NamJoon al fin y me levanté a tomar ropa de mi closet para salir por un poco de café. Cuando salí de la habitación me encontré con SeokJin dormido en el sofá aún con su ropa de trabajo puesta, me había dicho que llegaría a casa a las seis de la mañana así que probablemente no habían pasado ni diez minutos desde que consiguió llegar. Fui a su habitación por su manta y lo tapé con ella, le quité los zapatos y acomodé como pude su cuello pues cuando se despertara probablemente se sentiría más cansado.

Encendí la cafetera y mientras el café estaba listo, regresé a la habitación por mi teléfono para revisar algún mensaje que me hubiese llegado por la madrugada. Los profesores tendían a avisar en la madrugada que no tendríamos alguna clase con ellos en la semana —una mala costumbre—, no recibía muchos mensajes para ser honesta, no tengo mucho tiempo para hacer amigos así que no tengo más de catorce contactos en el teléfono.

— Oh, quince.

No pude evitar soltar un suspiro al ver el mensaje del policía cretino. Parecía no querer rendirse pese a todo lo que le decía, por cómo va esto parece que debo darle lo que quiere para que al fin me deje en paz y me deje seguir viviendo esta vida de mierda que tengo justo ahora. No respondí a sus mensajes, cerré la aplicación y dejé el teléfono a un lado para servir mi café en la taza favorita de SeokJin, escuchando de fondo al señor que gritaba por las calles como siempre. Cuando llegaba de trabajar a las tres de la mañana siempre conseguía asustarme, pues se ponía a gritar cosas cómo "¡Todos nos vamos a morir, ya vienen!". SeokJin tenía unos vecinos maravillosos.

Mientras cerraba las cortinas de las ventanas mi teléfono vibró. Me acerqué sin muchas ganas y abrí el mensaje.