Parte 3: Tu alma, tu arma

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Era un nuevo... emm... ¿día? en las Islas de las Sombras y la joven Gwen se encontraba en un páramo cercano a la corte del Rey Arruinado.

Junto a ella se encontraban Zorina (la Reina Sangrienta), Matyr (la Soldado de Camavor) y Kalista (el Espíritu de la Venganza).

"Señorita Zorina, ¿para qué hemos venido aquí?"

"Una princesa debe aprender modales, educación, etc..."

"Sí, eso lo sé, me lo has dicho..."

"Pero" - la interrumpió levantando un dedo - "Tú eres la princesa de Camavor y como tal debes aprender también aptitudes de combate"

"¿De combate? ¿Para combatir qué?"

"Invasores" - dijo la Soldado - "Enemigos..."

"Almas corrompidas y oscuras que necesitan ser castigadas incesantemente..."

"Puedes llamarlo defensa personal también"

"Emm... ¿vale?"

"Bien, empezaremos por buscarte un arma"

"¿Un arma? ¿Como la espada que papá tiene?"

"Más o menos, pero..."

"No" - dijo Kalista tajantemente - "Esa es la Hoja del Rey y únicamente puede ser portada por el gobernante de Camavor"

"¿Entonces algún día me pertenecerá?"

"¡No! ¡Porque estamos malditos! ¡Condenados a la eternidad!"

El espectro de la venganza parecía furiosa, con su energía fantasmal rodeándola y haciéndola hervir de enojo.

"Prima Kalista, ¿estás bien?"

"Urggh..."

"¿Quieres un poco de té o..."

"Yo no tomo té"

"Cuanta animosidad" - dijo la hechicera - "Matyr, querida, ¿podrías hacer el honor de hacer una demostración?"

"Sí... claro..."

La guerrera dio un paso al frente y agarró su envainada espada.

Al sacarla de su resguardo pudo verse una especie de espada cuyo filo parecía un torrente de energía espectral.

"Uuh... no se parece a la espada de papá"

"Los espectros por lo general pueden invocar un arma" - explicó la mujer - "Pero cada arma es distinta"

"¿Por qué?"

"Porque es creada a partir del alma"

"A partir del alma..."

"Es tu primera vez invocando un arma, así que deberás concentrarte"

La muñeca viviente siguió al pie las indicaciones del Soldado, cerrando los ojos y concentrándose en convocar un alma.

Una especie de luz adulada apareció delante de ella a los pocos minutos.

"Ahora tienes que darle forma"

"¿Y qué forma le doy?"

"Eso lo dictaminará tu alma"

"........"

"Por lo general puede estar influenciada por algún evento importante para ti o cualquier cosa importante..."

Kalista pareció fruncir el ceño ante esta declaración.

Su prima por el contrario hizo caso a la Soldado y se concentró en darle forma, siendo que cuando abrió los ojos vio unas tijeras gigantes.

"¡Unas tijeras!"

"No están mal" - dijo Zorina - "Te pegan bastante"

"Son preciosas"

"Y afiladas"

Kalista dio algunos pasos para distanciarse de la muñeca e invocó una de sus lanzas fantasmales.

"Ahora debes aprender a usarla"

"A usar... ¿de verdad tengo que atacarte?"

"Por supuesto, sino nunca aprenderás a combatir"

"Pero prima Ka..."

"¡No me llames así!"

La Reina Sangrienta retrocedió hasta estar junto a Matyr, prefiriendo que ambas tuviesen ese momento entre primas.

"Matyr, ¿qué opinas al respecto?"

"No es un mal arma"

"Me refería a la relación entre ambas"

"La general Kalista aún posee un odio ferviente por su majestad, es evidente que parte de ese descontento irá a su hija"

"Me temía que dijeses eso"

"No obstante quizás la ira se convierta en un catalizador para hacerla una buena tutora en cuanto a la pelea se refiera"

"¿A ti te entrenó Kalista?"

"No, afortunadamente fue el Comandante Ledros"

"Quizás podría hacer que..."

"Las ordenes de su majestad fueron muy concretas"

Tal parecía que el entrenamiento con armas iba a ser bastante agrío. Pero al menos era entrenamiento al fin de al cabo.

Las Desventuras de GwenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora