Parte 10: Vidente

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Gwen había acabado accidentalmente en las gélidas tierras de Freljord tras pasar por un portal dimensional creado por Vex.

Afortunadamente fue encontrada por un humilde anciano conocido como Ludvig, que se ofreció a llevarlo hasta la tribu de Avarosa.

"¿Usted es vidente?"

"Sí... puedo preveer el futuro de vez en cuanto..."

"¡Eso es impresionante!"

"No tanto como ser una muñeca viviente"

"No sé qué tan bueno es eso"

"¿A qué te refieres?"

"No siento frío... no siento calor... ¿no me hace alguien anormal?"

"Quieres decir distinta"

"........"

"Ser distinta no es malo, eso te hace única"

"........"

"Mira, yo nací con los ojos amarillos, igual que Pasho"

"¡Cuooooh!"

"La gente decía que era muy raro por eso y porque veía el futuro... pero a mi me resulta un don bastante genial..."

"¿Un don?"

"Sí, como tu habilidad de crear esas tijeras"

Gwen no se paró a pensarlo en su momento debido a que no salía de las Islas de las Sombras y allí habitaban espectros...

Pero comparada a un humano su poder era bastante impresionante.

"Aquí a la gente especial las llamamos Hijos del Hielo"

"¿Hijos del Hielo?"

"Sí, porque tenemos la creencia de que estos poderes han sido regalados por los dioses antiguos del Freljord..."

"¿Hay algún dios de la costura?"

"No, jajaja" - se rio alegremente - "Pero sí uno de la forja... Ornn"

"Bonito nombre"

"Ashe, nuestra reina, fue bendecida por Anivia"

"Ese nombre también es bonito... en las Islas creo que no hay dioses..."

"¿No hay o no los conoces?"

"Tengo una institutriz... creo que se dice así... que me enseña muchas cosas, pero lo cierto es que apenas llevo un par de meses viva..."

"¿Solo un par de meses?"

"Sí, desde que mi alma tomó forma"

"Eso significa que tienes mucho por aprender de Runeterra"

"Supongo..."

Gwen no entendía cómo iba a aprender todas esas cosas si no la dejaban abandonar las islas. Y sí, primero debía conocerlas, pero...

Cosas como la nieve o los animales eran demasiado llamativos para ella.

"Bien, esta es la tribu de Avarosa"

"Cuanta gente..."

"Una gran familia"

"Me gusta cómo visten, parecen cálidos"

"Lo son, aunque los Hijos del Hielo no sienten..."

"Ludvig"

Nada más verle entrar con una joven de apariencia extraña Ashe se acercó a ellos, adoptando una actitud poco agresiva y más neutral.

"Hola, reina Ashe"

"Te tengo dicho que puedes llamarme Ashe a secas... ¿quién es tu amiga?"

"Esta es Gwen, la Costurera Consagrada"

"¿Costurera Consagrada?"

El apodo pareció maravillarle a la niña, cosa que pareció relajar a la arquera.

"Encantada, Gwen, yo soy Ashe"

"Ludvig ya me ha hablado de ti... digo, de usted"

"Dime, ¿de dónde eres?"

"De las Islas de las Sombras"

"¿Las Islas de las Sombras?" - repitió extrañada - "¿Acaso eres un espectro?"

"No, soy una muñeca que cobró vida"

"Una... muñeca..."

Ashe sabía que nada bueno podía salir de esas islas caídas en desgracia, pero la niña no se veía en absoluto amenazante.

"¿Y qué te trae por aquí?"

"La joven se ha extraviado" - explicó el vidente - "Cayó por un portal"

"Sí, mientras jugaba en un columpio"

"Caíste en un portal mientras jugabas a un columpio... eso no se oye todos los días..."

"Fue un accidente, aunque..."

"........"

"Espero que la señorita Zorina no se lo tome a mal"

"¿Zorina? ¿Quién es esa tal..."

De repente una especie de proyectil de magia cayó a pocos pies de la arquera, que rápidamente adoptó posición de ataque.

En el cielo podía verse a la Reina Sangrienta, con cara de pocos amigos.

"Princesa Gwendoline... por fin le encuentro..."

Las Desventuras de GwenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora