Un nuevo tipo de normalidad

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-¿En todo Midgard que fue eso?- Preguntó su madre una vez que salieron, con los brazos en las caderas.

-Yo... no lo sé- Una parte de Astrid quería señalar que Hipo lo empezó, pero sabía que eso solo la haría sonar más infantil.

Se encogió al recordar que su madre la sacó afuera para hablar y escuchó a Brutilda preguntar si eso era lo que parecía cuando ella y Brutacio peleaban. Astrid no escuchó la respuesta, solo sabía que Patapez y Patan habían asentido a la pregunta.

-Nunca te había visto actuar así antes- Su madre reflexionó -Ni siquiera cuando eras un niña. Siempre fuiste tan firme y seria-

-Supongo que estaba tan sorprendida de que dejó una nota que para todos les paso por alto que no le creí- Astrid se encogió de hombros, sintiéndose muy tonta. ¿Era eso realmente lo mejor que se le ocurrió?

-Bueno- su madre le dio unas palmaditas en el hombro -La comida está casi lista. ¿Crees que puedes superar tu sorpresa y tener una comida civilizada con el chico?-

-Sí, solo dame un minuto- Astrid asintió mientras encontraba un lugar en el suelo para sentarse un rato.

-¿Estás segura de que estás bien?- Preguntó su madre, sentándose frente a ella.

Astrid apartó la mano de su madre -Estoy bien. Solo algunos rasguños y moretones. Hipo se llevó la peor parte-

-¿Estás segura? Te han revisado, ¿verdad?- Su madre la examinaba de arriba abajo como si de repente fuera a encontrar un gran corte en alguna parte.

-¡Estoy bien! Hipo es el que resultó herido, no yo-

-¡Me preocupas!- Su madre declaró -¡Eres mi preciosa niña! Si te pasara algo, no sé qué haría-

Astrid luchó contra de rodar los ojos. Ella sabe que sus padres la aman, ¡pero ella tiene veinte años! Una mujer completamente desarrollada y capaz que puede cuidar de sí misma.

-Todavía tienes a Olga y Sven- bromeó Astrid.

-Sí, también amo a tus hermanos. Pero están casados ​​y fuera de casa. ¡No quiero ni pensar en Sven, está tan lejos!- Su hermano se había casado con una chica de la tribu de los meathead y, sorprendentemente, decidió mudarse allí. Sus padres estaban destrozados al verlo partir.

-Pero pronto tendrás nietos- Astrid tarareó. Sabía que su madre está emocionada de ser abuela.

-Hablando de matrimonio e hijos...- comenzó su madre, con una mirada intrigante en sus ojos -¿Por casualidad le dijiste a Hipo sobre el arreglo?-

Astrid se atragantó con su propia respiración. Ella no esperaba eso.

-Creció muy bien, ¿no?- Su madre levantó una ceja, desafiando a su hija a estar en desacuerdo.

-Sí, supongo que lo hizo- Astrid murmuró mientras evitaba el contacto visual.

-Y ustedes dos parecen llevarse bien-

Astrid miró a su alrededor en busca de cualquier excusa para cambiar de tema. Debería haber sabido que su madre querría hablar de esto en algún momento.

Su madre le dio una asquerosa sonrisa dulce -Estamos solo nosotras aquí, ¿no es este el momento perfecto para una charla de chicas?-

Por supuesto, su madre la acorralaba para hablar sobre sentimientos, promesas hechas y todo lo demás de lo que no tenía que hablar cuando pensaban que Hipo estaba muerto.

-Ahora, asumo que todavía estás comprometida con Hipo. ¿Cierto?-

-Creo que sí...-

-¿Tú crees? ¿Qué dijo él cuando se lo dijiste?-

Un camino diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora