Preludio a la tormenta

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Al día siguiente, aún frustrado por sus encuentros con Hermione el día anterior, Harry caminaba por los pasillos directo a la oficina del ministro, cuando escuchó dos voces bastante familiares. Una era la de Hermione y la otra parecía ser la de Bertram.

No se equivocó. Hermione y Bertram estaban platicando a la vuelta de la esquina de ese pasillo y decidió esconderse para espiarlos. Sintió hervir su sangre y los celos apoderarse de él cuando vio a Bertram inclinándose para besar a Hermione. Sin embargo, para su alivio, ella se apartó.

— Lo siento, pero no puedo hacer esto Bertram — aclaró la castaña moviendo su cabeza para evitar el beso en los labios — Eres apuesto y puedes tener a la mujer que quieras. Pero esa no soy yo.

— ¿Por qué? — Preguntó el hombre de ojos azules un poco decepcionado.

— Yo... Estoy enamorada de Harry y eso no va a cambiar. Lo siento Bertram — aclaró Hermione en tono de disculpa.

Harry se había escondido completamente en la esquina y de espaldas contra la pared, escuchando la conversación que tenían y unos minutos después se movió de ahí y continuó su camino con una sonrisa en su rostro, sabiendo que Hermione aún lo amaba.

El azabache pasó las siguientes horas en su oficina terminando su papeleo, mientras su cabeza no dejaba de recordarle lo que había oído de Hermione, su corazón latía más rápido cada vez que pensaba en ella.

Su buen humor duró poco, pues cuando salió de su oficina, dirigiéndose al ascensor, se topó con la persona que había causado el malentendido con Hermione, su sonrisa cayó y su ceño se frunció.

Amelie, su ex - aprendiz, estaba bloqueando su camino.

— Pero ¿qué...? ¿Qué haces aquí? — preguntó el azabache confundido y con decepción en su voz.

La veela ensanchó su sonrisa, y es que había conseguido su objetivo tras días de esforzarse por regresar.

Y es que cuando fue notificada que había sido trasladada a otro ministerio de magia, rápidamente se movió para regresar con el atractivo Harry Potter, estaba obsesionada y no se iba a rendir tan fácilmente.

Tardo varios días, pero con su encanto de veela, "persuadió" a sus superiores de aquel otro ministerio para ascenderla, lográndolo casi inmediatamente y una vez obteniendo el titulo que deseaba, solo esperó la oportunidad para solicitar su reingreso al ministerio de magia británico.

Con mucha suerte Amelie, fue aprobada para regresar como agente especial en el departamento de asuntos internos, tal vez ya no sería auror, pero decididamente estaría trabajando internamente, por lo que apresuró su llegada sin perder tiempo y lo primero que hizo fue buscar al auror de ojos verdes.

— Harry — dijo melosamente la veela.

— No, no... tú... pero... se supone... — tartamudeó el azabache, asustado de que volviera a ocurrir algo como aquella vez, pues no quería que accidentalmente, Hermione volviera a presenciar una escena como esa.

Amelie se lanzó hacia el auror, enganchando sus brazos alrededor de su cintura y elevándose un poco para besarlo. Sin embargo esta vez Harry fue mas rápido y se alejó, poniendo distancia.

— ¡No! ¡No esta vez! — exclamó el azabache.

La veela intentó nuevamente acercársele, pero Harry estirando sus brazos la detuvo.

— ¡He dicho que No! — gritó con molestia Harry, visiblemente harto de la chica.

— Pero... — intentó refutar la veela.

— ¡No! ¡Es suficiente! ¡Estoy cansado de repetirte lo mismo! ¡No estoy interesado en ti! — exclamó Harry.

La veela se sacudió los brazos de Harry y lo miró extrañada de su comportamiento, el ojiverde destensó su mandíbula, soltando un sonoro suspiro para calmar su molestia.

Nadie más que túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora