Retorno

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Hermione apareció en medio de una oficina en el Ministerio de Alemania, sus ojos estaban cerrados aún recordando los diez segundos más largos de su vida, un suspiró salió de su boca, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

En su mente solo podía pensar en la mirada indescifrable de Harry.

"Ahora ¿Qué haría? ¿Cómo enfrentaría las consecuencias de esa revelación? ¿Harry seguiría viéndola igual? ¿Podrían seguir siendo amigos?"

Esto y muchas preguntas comenzaron a aterrarla, sus ojos se abrieron notando por primera vez el lugar, donde una señorita la miraba entre avergonzada y sorprendida, ella era la encargada de recibirla y guiarla en sus primeros días en aquel país, sin embargo nunca esperó encontrarse en esa escena, solo observando en silencio a una mujer hermosa, pero claramente destrozada, remojada y hecha un desastre.

Hermione quiso recomponer su actitud, evitando las lagrimas que luchaban por salir.

— Eh, hola soy... — la castaña intentó decir tartamudeando.

— Bienvenida señorita Hermione Granger, si me disculpa olvidé unos papeles, pues la esperábamos unos minutos más tarde, regresaré en cuanto los encuentre... bienvenida y por favor disculpe mi error — dijo la mujer improvisando un poco y salió de la oficina, cerrando la puerta.

Hermione oyó el clic del seguro, sacó su varita para insonorizar el lugar, mientras agradecía infinitamente a la persona que había leído perfectamente la situación y le estaba dando tiempo y espacio para desahogarse y calmarse.

Una vez a solas Hermione gritó, liberando las lágrimas acumuladas, y dejando que su pecho sacara el dolor acumulado por lo que acababa de pasar.

El llanto se intensificó, haciendo que la castaña cayera al piso, abrazándose con fuerza, pensando en que acababa de arruinar la más grande amistad que pudo haber tenido, sintió que había perdido a Harry.

Fueron los treinta y cinco minutos más tristes, más dolorosos y más largos en los que pudo desahogarse, por lo menos los que necesitó en ese momento.

Sin embargo como toda persona comprometida con su trabajo, se recompuso y con su varita secó su ropa y su cabello, colocándolo en un moño decente y se dejó lo más presentable posible, guardando a la Hermione destrozada, para sacar a la ejemplar y brillante jefa del departamento de derecho de criaturas mágicas.

Salió de la oficina ya más calmada y arreglada, rápidamente notó a la mujer que la había recibido y que parecía esperar en el pasillo.

Le sonrió mientras se acercaba para presentarse nuevamente, buscando las palabras para justificar su comportamiento.

— Acompañeme, le daré el tour, para luego empezar los objetivos de su labor en este ministerio — dijo la chica al ver a la ojimiel, sin dejar que se disculpara.

Hermione sonrió nuevamente agradecida de no tener que hablar de algo que la haría colapsar nuevamente.

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Un mes después, Harry y Ron habían acordado encontrarse para almorzar, como usualmente lo hacían, en la cafetería del ministerio.

— Oye — dijo Harry llamando la atención de su amigo, quien tomaba asiento frente a él — ¿Fue por eso que la mencionaste en aquella fiesta de navidad del ministerio, ¿cierto? — preguntó Harry, mirando a su mejor amigo asentir.

— Correcto — afirmó el pelirrojo — pero luego dijiste que no la mirabas románticamente, así que dejé el tema — Ron le explicó a Harry bajando sus hombros.

Nadie más que túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora