CAPITULO 14

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Su apodo se escuchaba una y otra vez, una melodía que al unísono se escucha como un coro de éxtasis proveniente de personas ansiosas de lucha y sangre. Disfrutando de una forma inclemente de los golpes y la sangre; Sasuke continúa golpeando a su rival con el rostro deformado ya tendido en el suelo, entre la melodía escalofriante engrandeciendo y aplaudiendo su salvaje acto una voz parece detenerlo, es la rubia, Samui, agitando sus manos y sus comisuras diciendo basta. El pelinegro retrocede y el juez de la pelea ingresa en la jaula, los puños llenos de sangre de Sasuke son elevados en el aire, y él grita como un león salvaje rugiendo en su dominio.

Él es el rey.

En la ducha del hotel donde esa noche se realizó la pelea clandestina, Sasuke deja que el agua limpie su sangre y la de su oponente. Las imágenes del rostro de ese hombre ensangrentado llenan sus pensamientos, y ese rostro deformado poco a poco se convertía en la cara de su padre, esos ojos negros observando fijo en su dirección, haciendo que recuerde su pasado como la victima que no fue capaz de proteger a su madre.

— Sasuke —La voz de la rubia de pechos grandes ingresando en el cuarto de baño lo alejo de sus recuerdos, aun así, no se inmuto y continuó en su labor de liberar su cabello del shampoo—. Si ese hombre muere perderás tu derecho a que alguno de nosotros pueda intervenir en la jaula para salvar tu puto culo. Tus oponentes tendrán derecho a matarte.

— Crees que me importa —Soltó observando a la rubia, la cual no parecía avergonzada por enfrentarse a él desnudo.

— Tiene que importarte —Mascullo ella enojada—. El jefe quiere conocerte hoy. Nos encontraremos con él cuando lleguemos a casa. Vístete con el traje que te deje en la cama.

Al llegar a la mansión Sasuke aún sentía la adrenalina fluyendo por su cuerpo, que lo dejaran en paz y le permitieran irse a su habitación donde quizás ya lo estaría esperando Ino le parecía una buena opción, no obstante, Samui estaba arreglando su corbata para lucir con un elegante terno gris.

— Pórtate bien, por favor —La voz de la rubia se escuchaba casi como un ruego.

Sasuke no se inmutó, desde hace algunos meses el pelinegro tenía más privilegios en la mansión, varios salones a los que tenía prohibida la entrada le habían sido abiertos, como la biblioteca, el salón de licores, la piscina o el campo de equitación aun así no tenía acceso al ala este de la mansión. Que él suponía era donde vivía el jefe. De igual forma el trato de Samui y Killer Bee había mejorado, tanto que a veces llegaba a pensar que eran algo así como sus aliados. Hasta que recordaba que estaba ahí en contra de su voluntad. Quizás olvidaba por el fuerte lazo que formó con Ino, a pesar de que ella era la culpable de la situación en la que se encontraba.

Sasuke se percató del temblor fino en los dedos de Samui mientras terminaba de arreglar su corbata. Se sorprendió por pocos segundos,

— ¿Tienes miedo? —interrogó con una ligera sonrisa de medio lado.

— Tú también deberías tenerlo.

Las puertas para entrar al sector del ala este de la mansión fueron abiertas de par en par.

***

Sakura ya estaba ocupando su lugar en la reunión, observó con tristeza la silla vacía de Naruto. La pelirroja entro al lugar seguida de Itachi y se preguntó si ese par estaban cogiendo, la única de la mansión que salía a las misiones era Karin, el reemplazo de Ino, sobrina de Minato y Kushina quien pasaría a entrar a la línea principal si llegaba a faltar alguno de los herederos. Naruto la detestaba y ya habían tenido varios enfrentamientos. Sakura empezaba a pensar que para el rubio ahora todos eran sus enemigos, su estado mental pendía de un hilo y el vaso se colmó cuando Azuma trajo una caja con la ropa de Ino que enviaron quienes la habían raptado con una nota que decía —Ella está muerta.

Naruto tenía sesiones de terapia con el psicólogo, y un psiquiatra le envió medicación después de que intentara matar a Karin, la cazo en el bosque como si fuera una presa y de no ser porque Karin es una asesina experta casi al mismo nivel que ambos, él la habría matado. En la mesa ya se escuchaban rumores acerca de su reemplazo y Sakura entendía que empezaba a convertirse en un peligro para todos.

La pelirrosa se reincorporó de la mesa a la espera de que el jefe se siente para con el resto de los miembros poder imitarlo.

— ¿Naruto? —Interrogó el líder observando a Sakura.

Haruno se encogió de hombros, sus encuentros con Naruto últimamente no eran amistosos, él solía gritarle o en ocasiones debía soportar sus agresiones.

— Pueden empezar, lamento la demora, jefe —Se escucho casi en un tono casi burlesco.

El rubio paso a ocupar su lugar en la mesa e Itachi finalmente se sentó en el sillón haciendo que todos lo imitaran.

— Los escuchó —Dijo Itachi.

— Recibimos una invitación de los Otsutsuki para participar en sus peleas clandestinas. Organizarán un coliseo.

Sakura recordó que hace un par de años su madre había cortado lazos con ellos, tuvieron algunos problemas a causa de los territorios donde podían operar. Querían hacer negocios con el distrito de la policía de la Aldea de las Hojas, lugar que por generaciones les pertenecía a ellos. Después de romper el acuerdo que tenían, los Otsutsuki tenían prohibido operar en La Aldea de las Hojas. Recuerda haber visto alguna vez al líder visitar su mansión, un viejo bastante perspicaz y mediático. Luego pensó en el coliseo, fue al primero cuando tenía doce años, un escenario de sangre y miembros amputados tuvo pesadillas los meses siguientes, ella se veía en la jaula atravesando con su cuchillo las cuencas que dejaban las aberturas de la máscara de los gladiadores.

— Esto podría ser beneficioso —apoyo Kurenai—. Ahora necesitamos aliados fuertes y debemos demostrar que somos invencibles.

— Aliados que intentarán hacerse nuevamente con nuestro territorio —intervinó Kakashi.

— Si rechazamos la invitación, nos verán como sus enemigos —masculló Azuma.

Sakura no quería intervenir, pero sabía que su madre no cortaba lazos por simple capricho. Se maldijo por no leer el diario de su madre acerca de las asociaciones de su organización. Itachi se llevó los más importantes y ese libro era uno de ellos.

— Enviaremos un luchador —La voz de Itachi hizo que ella lo mirara.

— Me encargaré de enviar al mejor —mencionó Azuma.

— No hace falta buscar a alguien.

Sakura observo al rubio, parecía ni siquiera estar escuchando la conversación, tampoco es como si Naruto en su estado pudiera hacer algo al respecto, a lo único que podía dedicarse en su estado era a estar encerrado en su habitación culpando a todos por lo que paso con Ino.

— Es un heredero no puedes hacer esto, Itachi —La voz de Kakashi recupero la atención de Sakura.

La pelirrosa demoro un par de segundos en comprender lo que sucedía.

— Los que estén a favor de enviar a Naruto Uzumaki al coliseo levanten su mano.

Sakura y Kakashi fueron los únicos que mantuvieron sus manos unidas a la mesa.

— No pueden enviarlo en su estado. Van a matarlo —Sakura mencionó en un intento por apelar a la cordura.

— Mi condescendencia para ustedes es lo que hizo que perdiera a mi hermano. El legado de los Uzumaki y tu madre ha muerto. Yo soy el líder ahora, Sakura. Naruto irá al coliseo y no quiero privilegios para él.


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