—No esperaba verlo de nuevo tan pronto —Barbara sostuvo su pistola apuntando al pecho del hombre que conoció apenas dos días atrás—. ¿Nos acompaña?
Sin formular una sola palabra coherente, Izzy fue sacado de su apartamento por la madrugada con las manos esposadas a la espalda, escoltado por Lacey, Cole y dos policías todavía más altos y corpulentos que ellos. Lo subieron a una de las dos patrullas frente al edificio y lo llevaron directo al departamento de policía, en donde fue dispuesto en una habitación angosta con una mesa vacía esquinada y tres sillas alrededor de ella.
Ya sin las esposas, ocupó el asiento al extremo libre de la mesa. Tanteó el bolsillo de su chaqueta queriendo hallar la cajetilla de cigarros que portaba siempre en ella, pero fue en vano, pues lo habían cacheado al llegar a la agencia.
Bastaron unos veinte minutos de pesada espera para que Jonathan apareciera por la puerta.
Le ofreció un refresco enlatado de la misma marca que él bebía y se sentó en paralelo a él en la silla siguiente, interesado en la marca roja que comenzaba a tornarse violácea sobre la prominente mejilla del joven.
—Buen día, caballero. ¿Sabe usted por qué está aquí?
...
—Entonces la chica me dijo que podía hacerme un favor detrás del bar, pero...
Axl bebió de un trago sereno el resto de su cerveza, Duff se atragantó con la suya en la risa.
—Sí... tú sólo quieres que Izzy te coma las bolas.
El pelirrojo volteó a verlo sin una expresión distinguible en el rostro, pero con la boca abierta lista para soltar la lengua.
—Tú también —se le escapó un ápice de sonrisa que delató la ironía en sus palabras.
—Oh, no, hombre. No me vengas con esa mierda de los celos.
—Puedes irte a la mierda, ¿sabes?
Rose atoró un cigarro en el centro de sus labios risueños y le dio fuego con el encendedor a su lado en el sofá, disponiéndose a relajarse para conciliar el sueño a las ocho y cuarto de la mañana. La noche de fiesta se les había escapado un poco de las manos, pero no era nada extraordinario para él.
—Me preocupa Steven. Se puso muy mal, apenas podía sostenerse.
Le dijo el rubio a su izquierda, imitándole al encenderse otro cigarro.
—Está bien, es lo que necesita ahora —asintió para convencerse, quería creer en sus propias palabras, pero la verdad es que Adler llevaba dos días de luto por la pérdida de Adriana ahogándose en todo el alcohol y en todas las drogas que le se le ofreciesen en el camino, acabando como un verdadero bulto inútil al final del día, incompleto para siquiera acertar una sola nota en su batería—. Estará bien.
Caladas mudas se vieron interrumpidas por el timbre del teléfono fijo. McKagan lo calló al descolgarlo, atendiendo la llamada. El otro simplemente divagó en ideas vacías hasta que escuchó un nombre de su interés.
—¿Iz? ¿Dónde estás?
Repasó a detalle los rasgos del oriundo de Seattle, deseando descifrar la conversación a través de sus gestos, pero el hombre estaba tan borracho que con toda probabilidad no estaba entendiendo nada de lo que Stradlin le decía. Lo único que hacía era asentir con la cabeza como si él pudiera verlo.
Al cortar la comunicación, su expresión perdida cambió a una de seriedad pura.
—Izzy está detenido.
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El asesino del carro rosa.
FanfictionGuns N' Roses graba su primer disco y alcanza la fama mundial. Durante una de sus primeras giras alrededor de los Estados Unidos, la fama, la traición y la venganza coinciden en un mismo escenario, dando cabida a las maniobras de un misterioso asesi...