CAPITULO 1

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Una noche, no lo sé,  sólo recuerdo haber leido una tarjeta con una imagen de rosas tan rojas como la sangre fresca, una hermosa sonrisa adornaba mis labios pintados de un rosa pastel, pero al leerla lentamente mi sonrisa se opaco, camine a pasos lentos y sin importar mi shock entre a la cocina y saque de un cajón unas hermosas tijeras afiladas.

Pareciera un sueño.

No era un sueño, era una pesadilla que a la vez me gustaba tan extraña sensación;  el hecho de tomar aquellas afiliadas tijeras para cortar mis muñecas, al mismo tiempo que violentamente me cortaba el cabello asiendolo trizas.

Aquel  lindo vestido color blanco con bordes divinos.

Parece de novia.

Porque yo era la novia.
Se lleno del rojo de mi sangre y empecé a rasgarlo, romper la sedosa tela al igual que mis sueños.

¿Ahora para que lo necesitaba?
No me serviría de nada. Al final termine con mis muñecas llorando sangre,  mi cabello sin control de sus mechones, y aquel bello vestido que en su momento fue del blanco más puro... manchado por la sangre del dolor.

Sali de aquella habitación con las tijeras en mano, abri la puerta con la determinación y seguridad del lugar al que hiria.

Tome rumbo hacia la casa donde estaba la estupida persona que me habia decepcionado, con sus mentiras y sus engaños.

Sólo sentia en ese momento algo intenso por él.... ODIO.

Lo queria ver muerto, disfrutar su sufrimiento al arrebatarle lo que él ami,  que en sus últimos momentos sintiera miedo, angustia y arrepentimiento.

Yo con mi sentimiento odio y las ganas de venganza que se apoderaban de mi mente sin control alguno, una mirada triste que calaba hasta el alma más fria y psicópata, mis ojos llenos de sueños muertos y algunos secretos derramados en negro.

Seguí mi camino hacia su casa, él vivia solo como un maldito perro de la calle, abandonado con sus recuerdos.

Con un pasador abri la puerta en silencio,  entre y a pasos decididos pero precavidos tome de su cocina una botella de cloroformo y un trapo el cual empape con ese liquido mortal.

Sin evitar una sonrisa psicópata fui a su habitación.
Le coloqué en su boca y nariz, se removia desesperado, pero la sustancia fue más fuerte y fue hasta que se desmayo que retiré mi mano de su horrorosa cara.

Tener que cargarlo fue un verdadero fastidió, lo amarre a una silla en su propio sótano y le coloqué una mordaza en la boca por si despertaba eh intentaba gritar como la escoria que es.

Para mi suerte no habia vecinos en las casas de a lado, su casa tenia un taller donde pude encontrar un taladro con brocas intercambiables, un serrucho, una cierra roja, entre otras herramientas que me ayudarian a lograr mi objetivo.

Para despertarlo llene una cubeta de agua hirviendo, se la verti ensima de la cara, para después hechar agua helada.
La sensación de placer que tuve al ver en su rostro una mueca de dolor fue de lo mejor, cuando por fin pudo abrir los ojos no me reconocido, yo estaba entre las sombras del sotano.

Me acerque a la luz y me observó sorprendido, tome un cuchillo que estaba en una mesa llena de polvo por la poca frecuencia que su dueño le daba y lo empece a afilar lentamente.

Cuando note que estaba lo suficiente afilado para mi gusto lo acerqué a su horrorosa cara, lo rose desde su mejilla hasta su cuello sin ninguna prisa.

Empece a sonreir, mi sonrisa era digna de una gran psicópata, estaba feliz, me emocionaba ver en su rostro el miedo, el terror, me encantaba verlo en ese estado tan vulnerable.

La sadica del vestido de noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora