Capítulo 26

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-Parte 2-

"Me debes tres cubos de helado", Lisa se sintió como en casa cuando era evidente que no estaba en su casa. Tenía los pies sobre la mesa mientras comía cómodamente la merienda de Sana.

"Hola a ti también, unnie", la saludó sarcásticamente. "No te he oído llegar". Sana se estaba duchando cuando Lisa entró casualmente en la casa de la médico ginecóloga sin avisar.

Lisa aumentó su mirada hacia Sana.

"¿Acaso tienes algo que decirme?"

"¿De qué hablas?" Tomó asiento junto a Lisa.

"No tengo todo el día, ¿sí? Tengo que recoger a Nini y tengo una cita con ella esta noche. Así que déjate de tonterías y dilo".

"Realmente no sé de qué estás hablando, unnie". Sana se rascó la cabeza. "¿Qué se supone que tengo que decirte?"

"¿Besaste o no a Dahyun?"

"¡¿Cómo lo sabes?!"

"Ella me lo dijo", sonrió Lisa con suficiencia. "Ahora, ¿cuándo piensas contarme esto?"

"Es demasiado pronto para contar, unnie. No sé lo que se me ocurrió ese día. Estábamos hablando de cosas al azar y de repente no pude contenerme y la besé. Después fue incómodo, por suerte me llamaron del hospital. Si no, no sé..."

"A ella le gustó".

"¿Le gustó?" Sana se sorprendió. "¡¿Qué te dijo ella?!"

"No te lo digo. Es confidencial, no voy a tomar partido aquí", Lisa negó con la cabeza.

"Unnie, por favor..."

"No seas cobarde y ve a por ello. He jugado a ser cupido para ti y si no te esfuerzas al máximo, te juro que te voy a afeitar la cabeza". Lisa la amenazó.

"¿Qué quieres que haga, unnie?" Sana suspiró.

"¿Qué quieres hacer?" Preguntó ella.

"¿Crees que vamos a trabajar?"

"¿Crees que vas a trabajar?"

"¡No estás ayudando! ¡¿Si supiera la respuesta te lo seguiría preguntando?!" Estaba desesperada y su unnie no servía para nada.

"No puedes preguntarme, Sana. Pregúntatelo tú misma. Eres tú quien va a pasar por esta relación con ella".

"¿Puedes al menos aconsejarme?" La miró con tristeza.

"Sé tú misma pase lo que pase. Es una sensación increíble tener a alguien que te quiere por ti. Ser otra persona que no eres es agotador. ¿Puedes amarla por ser ella? ¿Sin importar lo tímida y estirada que pueda ser?"

"¡Por supuesto!" Respondió rápidamente.

"Entonces deja que aprenda a amarte por tu locura. Dale tiempo, y bésala más", rió Lisa. "Besar es algo bueno, quién sabe si te dejará hacer algo más", le revolvió el pelo a Sana.

Un timbre en su teléfono detuvo su risa.

"¿Sí, cariño?"

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