Capítulo 15. Confrontación

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Yami miró su mano de nuevo. No entendía nada. Absolutamente nada. Después de tanta angustia, tanto sufrimiento, tanta soledad, traumas y maldiciones, Charlotte estaba impidiendo que la fuente de todas aquellas experiencias lúgubres y que tanto mal le habían hecho muriera. No tenía sentido. En muchas ocasiones, pensó en cómo sería el momento en el que acabaría con ese hombre. Todo lo que había hecho por conseguir que Charlotte fuera suya era enfermizo. No solo puso en jaque la estabilidad emocional y la salud de la mujer que amaba, sino que amenazó la seguridad de todo un reino por tal de lograr su objetivo.

Pensaba que esa lucha se libraba en conjunto. Que Charlotte, siendo consciente de sus sentimientos y de su deber —que siempre fue primordial para ella—, estaba de su lado. Ni siquiera se lo planteó en un solo segundo, así que lo que estaba sucediendo lo tenía tan aturdido que no podía moverse apenas.

Charlotte nunca había sido una persona piadosa en exceso. Si alguien o algo amenazaba la integridad de lo que le importaba verdaderamente, no dudaba en destruirlo. No tenía clemencia alguna. Por eso, su extraño actuar era completamente desconcertante. Tampoco cabía la posibilidad de que realmente ella estuviera apoyando al enemigo, pero tenía tantas preguntas sin resolver que pensaba que le iba a explotar la cabeza.

Le había dicho en dos ocasiones que lo quería. Y querer a alguien implica confiar en esa persona también. Sí, él también había fallado, le había mentido y, en un determinado momento de su relación, había hecho que su vínculo se tambaleara. Pero eso estaba en el pasado y verdaderamente creía que era algo que había quedado atrás entre ellos. Sabía que ambos eran orgullosos, que odiaban la traición y la mentira. No sabía si Charlotte tendría un buen motivo para justificar cómo se estaba comportando en una situación tan crucial, pero todo su mundo, sus pensamientos, su fuerza, se desmoronaron de forma automática y sin remedio al ver que lo estaba deteniendo.

—Suéltame, Charlotte —exigió con un tono serio mientras la miraba a los ojos.

Más que nunca, sus orbes azules lo tenían criogenizado, atrapado, confuso. Ella también estaba seria. Sin embargo, si la observaba bien, si escudriñaba en la profundidad de su mirada, podía ver que estaba triste, asustada y decepcionada, probablemente consigo misma más que con nadie. Pero claro, eso Yami, en ese momento, no lo sabía.

—No puedo hacer eso.

Charlotte miró al frente y después a la escalera que conectaba los dos pisos del refugio. Aurora bajaba los escalones con suma rapidez, pero no sabía si sería suficiente. Contener a Yami no era tarea fácil. Sabía que lo estaba logrando porque él estaba en estado de shock y aún no lo suficientemente enfadado como para zafarse de su agarre.

Cuando Aurora consiguió llegar hasta Niels, le asintió con la cabeza con determinación y Charlotte repitió el gesto, sin estar completamente segura de si su trato con la chica conseguiría dar resultados finalmente.

—o—o—o—

Quiero hacer un trato contigo.

Un trato. Era sencillo. Era, probablemente, la mejor opción. Pero también era sumamente peligroso. Porque no era un trato cualquiera, sino un trato ofrecido directamente desde el bando enemigo.

Charlotte seguía sujetando el arma que sus espinas habían creado. No podía bajar la guardia a la ligera, ni confiar en alguien a quien no conocía y que todavía no estaba segura de querer oír. No parecía tener una gran cantidad de poder mágico, pero con esa gente no se podía calcular ni presuponer absolutamente nada. No quería tomar riesgos innecesarios.

¿Por qué debería escucharte? ¿O confiar en ti? Tú y los tuyos le habéis hecho mucho daño a mi reino.

Porque te interesa —informó Aurora con autosuficiencia y después se sentó en el sillón mientras la miraba fijamente.

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